domingo, diciembre 26, 2010

ECLIPSE

Se apagó la luna, el último martes por la madrugada. Y no dijimos nada. Por acá dormíamos, no sé por allá. Tampoco en la luna dijeron nada, ni se quejaron nunca por la falta de aire, por la excentricidad de un planeta que, visto desde la luna, parece un satélite tripulado por zombis y gobernado por caprichosos reyes de ultratumba.

Con el apagón de la luna, por un rato, no hubo memoria ni olvido, silueta ni sombra, opulencia ni África.

Habitada siempre por espectros, la luna volvió a brillar al rato de haberse apagado. Y nosotros, acá, muy acá, durmiendo sin decir nada, sin siquiera hablar en sueños.

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