sábado, marzo 15, 2014

MIEDO

De pibe no le temía tanto a los vampiros y frankesteines como a la muerte de mis padres. Temblaba imaginando el día, la hora oscura, el último aliento y levantarme, a partir de entonces, y no encontrarlos.
Crecí, viví como pude y cuando murieron ya no estuve cerca. No con la cercanía que imaginaba en mi infancia, la de despertar y todavía medio sonámbulo caminar hasta donde estaban, sobre todo en los feriados, mi madre y mi padre hablando en voz baja, riéndose, celebrando que por fin me despertara, incluyéndome en su mundo inasible para mí, tan lejano y cálido.

Ahora que me levanto con la certeza de no hallarlos, siento que crecer es andar descalzo, en puntas de pie, medio sonámbulo, al encuentro de unas risas que ardieron durante la noche hasta apagarse, momentos antes de que yo abriera los ojos.

jueves, marzo 13, 2014

PERO ERAS VOS

¿Por qué, si han pasado luego casi todos los años de mi vida, oigo tu voz en el interior de una antigua casa del barrio en que nací?
He salido a caminar sus calles, esta mañana, atraído por una necesidad de recuperar imágenes y olores de la infancia. Nada urgente, ni necesario: sólo el regodeo de quien camina sobre el agua, nada más que por negar que haya milagro alguno en tan sencillo andar.
No es la casa de mis padres sino un caserón que hoy luce abandonado como entonces, con muros derruidos y ventanas cegadas por papeles de diarios antiguos como la casa, hojas amarillentas, noticias marchitas de negociaciones de paz en París, guerras de las que hoy pocos saben o recuerdan, instantáneas de una entre tantas masacres en países remotos, inescrutables para un pibe de quince de los de entonces.
Pero es tu voz aunque suene como un garabato del viento, un borrador de lo que luego sería, una composición tema tu ausencia.
Huyo del barrio, busco calles que cierren esclusas, salto sobre navidades y cumpleaños, busco el alivio de los edificios altos, de las multitudes y los parques borrados por la niebla.

Pero eras vos, garabato, borrador, ausencia.

jueves, marzo 06, 2014

GÓTICA

Si Buenos Aires fuera Ciudad Gótica, el logotipo del hombre murciélago proyectado sobre el telón gris de las nubes indicaría que es hora de entrar en acción.
Y veríamos al batiauto con Batman y su efebo Robin correr por las calles desiertas para acabar de una vez por todas con las tropelías del Guasón.
Y el pibe chorro al que acaba de tirotear la cana vería llegar al batiauto, frenar espectacularmente frente al patrullero, vería aunque ya algo borrosa la figura del murciélago antropoide abrazarse con su asesino de uniforme mientras lo felicita porque así se hace, cagarlos a tiros es la única manera de acabar con esta lacra.

Pero Buenos Aires no es ciudad gótica, es la capital de un país del culo del mundo que, a más de doscientos años de haber sido inventado por la conjura de un grupo de locos, hierve en el caldero de las sociedades irredentas, blancas pero también indias, mestizas y negras a su pesar, infectadas de pobreza que les hace subir la fiebre hasta sumirlas en el delirio de creerse París, Nueva York, cualquier cosa menos esto.

domingo, marzo 02, 2014

LLUEVE

Desde hace días, muchos, llueve como en Macondo sobre la zona en la que vivo. Como en el cuento de Bradbury. Como en la Galicia de “Los gozos y las sombras”, de Torrente Ballester.
Llueve.
La demasía, el exceso por el puro placer del agua, el torrente lúdico en el que ahogarse no interrumpe la sinfonía, los arroyos convertidos en monstruos líquidos, los ríos que hasta ayer dibujaban escuálidos garabatos y que hoy se tienden sobre el paisaje como sábanas mortuorias, los pájaros de almendra y tan solos los horneros que ven deshacerse en terrones sus pequeñas casas, llueve.
No hay necesidad de pensar en nada ni en nadie cuando llueve desde casi siempre, desde días de barro y noches de agua.
No hay ninguna necesidad de recordarte cuando llueve porque la lluvia si es breve refresca el alma pero al ser así de eterna remueve las tumbas del olvido y llueve.
Como en el cuento de Bradbury, como puede que en Macondo, como en la Galicia de los gozos y las sombras llueve.

Y armo un barco de papel escrito con tu letra y lo echo sin pensar ni recordarte al río de las tormentas y las penas.