sábado, abril 30, 2011

TRES NOVELAS, APENAS


Tres novelas, "apenas". Una de ellas, breve. Y ensayos, reflexiones, polémicas, legados como "Antes del final". Dejó de escribir a mediados de los ´70, antes del almuerzo con Videla, el dictador, que compartió con otro que nunca escribió novelas.
No era un revolucionario, Sábato. No fue Rodolfo Walsh ni Paco Urondo, tal vez despreció morir fusilado o en las mesas de tortura, no es improbable que "la patria socialista" le haya parecido un exceso de la imaginación adolescente. Volvió a brillar cuando presidió la Conadep, una comisión de notables con la que Raúl Alfonsín presentó al mundo los desmanes del nazismo sudamericano.
Su enorme egocentrismo debió ser contrapesado en la intimidad con la certeza de que ya nada volvería a ser igual, después de la ESMA y los aviones bombardeando cuerpos con vida sobre el río más ancho del mundo.
Los que leímos a Sábato sabemos que nada de lo que escribo aquí es cierto pero que cada frase da en pequeños blancos. Que Sábato no puede ser reducido a una categoría política ni literaria y que con él, muchos de nosotros, descubrimos que escribir valía la pena.
Aunque no te entiendan, aunque no te editen, aunque no puedas posar en las fotos ni ser portada de revistas, aunque no tengas un peso, aunque un día digas basta y no escribas más.
Juan Lavalle fue muerto en San Salvador Jujuy y, para evitar que sus asesinos usaran su cadáver como estandarte, sus hombres lo transformaron en jinete lúgubre y general de los silencios, atravesando en dolor la Quebrada de Humahuaca.
Tres novelas, apenas, que Sábato seguirá corrigiendo, a salvo ya de soles y bendiciones.
Tres novelas apenas y por lo menos una, tan hermosa.

viernes, abril 29, 2011

POLÍTICOS


Cuando los partidos políticos, tan criticados y a menudo con razón, estallan –como sucedió en la Argentina del 2001-, se fragmenta la representación, los espejos, las herramientas básicas de una democracia. Lo que queda es lo que vemos por estos días: candidatos elegidos a dedo o por ellos mismos que, atentos a las encuestas, se posicionan o se bajan, hacen alianzas con quienes saben que no podrían compartir un solo día de gestión, mienten y se desmienten para volver a mentir. No hay no hay debates, no hay proyectos de futuro ni análisis no panfletario del presente.
La realidad huye aterrada de este cementerio de ideas, se apagan las luces y el pasado ingresa en triunfo en la cripta de los resucitados.

domingo, abril 24, 2011

De mi novela "GENTILABISMOS"


Uno de los hombres se había retirado un par de pasos atrás, hacia la penumbra. Los otros dos estaban armados, apostados a cada lado de la silla de Natalia, como centuriones.
Natalia parecía mirarme, pero su vista estaba clavada en otro tiempo. Bajo la luz macilenta de la gran araña del comedor, de la que habían desconectado casi todas sus lámparas, su rostro no era el mismo aunque coincidieran las facciones como en un perfecto retrato. No había miedo ni excitación en él, sencillamente no parecía haber vida, me incliné sobre la cabecera opuesta de la mesa para buscar en vano encontrarme en algún punto con su mirada. Los hombres quietos a su lado, la figura en la penumbra y la prima Rosalía a mis espaldas conteniendo el aliento terminaban de dar a ese lugar el aspecto de un desagradable museo con muñecos de cera.
Así son las trampas, Rogelia: lugares de vacío absoluto, de silencio sin límites, charcos fangosos, recodos turbios de la vida en los que todas las amenazas están ahí a tu lado, aguardando a que un solo movimiento de tu parte transgreda esa ley física de la quietud y el espanto.
Rogelia me escucha en silencio, casi tan vacía como debió estar Natalia el mediodía en que nos volvíamos a encontrar en el lugar que a comienzos de año ella había elegido como refugio.
La voz del tipo en la penumbra llegó entonces como un alivio, a pesar de que inmediatamente la reconocí. No me sorprendió que fuera él, me pregunté en todo caso por qué la puesta en escena, el recurso teatral de hablar sin mostrar su rostro.
-Formalidades- dijo como si me leyera el pensamiento, -de lo contrario debería encapucharlo, generando una violencia gratuita. ¿Un camel?
Antes que pudiera responderle arrojó un atado que cayó y se deslizó sobre la larga mesa hasta quedar a mi alcance. Lo recogí y encendí un cigarrillo. Al intentar devolvérselo, el atado se frenó frente al rostro apagado de Natalia.
-¿Qué le hicieron?
-Nada. Hubo tal vez en ella cierto desencanto, pasada la sorpresa del reencuentro. ¿Recuperaste a Macarena?, fue todo lo que dijo al verme. Después, esta ausencia en cuerpo presente que usted está viendo, periodista.
-Ya no soy periodista.
-No hay remordimientos, ya ve. Ni en ella ni en mí. Spinoza condena el arrepentimiento tanto como la culpa. “Es agregar una tristeza”, decía ese judío.
Todo ese tiempo, papá, todo ese largo y penoso año separado de Natalia, él había estado armando la trampa, esperando el momento, deleitándose con sólo imaginar la escena que ahora jugaba como un apuntador que tiene en sus manos los hilos del drama y su desenlace, los engorrosos diálogos, las frases pequeñas, los silencios.
Ya antes, dice mi padre en la estación de Atocha, ya desde que saliste del helado calabozo en Ushuaia. Hay que reconocerle al pesquisa una vocación que lo distingue del resto de la jauría, la de ir hasta más allá del hueso, la de seguir la pista sin dejarse engañar por los olores, la de hundir algún día el hocico en el centro de la putrefacción.
Pero Natalia estaba callada, ciega, como muerta. Pregunté si la habían drogado, si la habían torturado para que la noche anterior hiciera el llamado telefónico que me había llevado hasta allí.
-No hizo falta. Somos viejos conocidos.
Los hombres armados que flanqueaban a Natalia se movieron por cada lado de la mesa. Pensé que venían por mí pero pasaron sin rozarme y se llevaron a la prima Rosalía fuera de la sala.
Cuando quedamos solos el capitán Cardoso avanzó hacia la luz.
-Jaque- dijo, sin énfasis.
Vestía de civil, ropa informal, no lo habría reconocido si me cruzaba con él en la calle. Parecía aburrido de una partida ganada de antemano que se prolongaba demasiado.
-Ya no milita- dije, ensayé mi patética defensa de Natalia. –Eligió este lugar para estar tranquila, si hasta habíamos dejado de vernos.
-Me consta- dijo Cardoso. –Los milicos somos prolijos. Y más, los de inteligencia. Llevamos todo anotado. Hay que rendir informes, justificar los viáticos.
-Sabrá entonces que yo pensaba irme del país.
-Tiene pasaje para el martes, vuelo quinientos dos de Aerolíneas Argentinas, destino París. Despídase acá, no creo que ella pueda ir a Ezeiza.
Frente al pelotón de fusilamiento tienes la oportunidad de gritar viva la patria, viva la república española, puedes morir con toda tu invicta fe como un cuchillo entre los dientes, Mario. El asesino solitario, el espía al que le han prometido un aguinaldo extra por cazarte, te dispara por la espalda o te amordaza y te ciega antes de ejecutarte, no quiere mirarse a sí mismo cuando cumpla con su trabajo, dice mi padre.
Pero Cardoso no quería matarme, quería saber. Había viajado hasta la estancia de las primas de Natalia nada más que por forzar una respuesta a su maldita pregunta.
-Me sancionaron. Diez días de arresto, perdí los premios de diciembre, el plus por el estado de excepción que todos mis camaradas de arma cobraron. Un tribunal disciplinario estuvo a punto de darme de baja. Prometí encontrarla. Un año esperando, si vuelvo ahora con las manos vacías volveré deshonrado a la vida civil. Y lo peor, perderé la pensión y los beneficios de la obra social.
No buscaba a Natalia. Ni siquiera a mí, Rogelia. Buscaba esa respuesta que yo no había sabido darle en el helado calabozo de Ushuaia. Creyó que un año había sido tiempo suficiente para que la encontrara. Estaba parado junto a Natalia, como un edecán. Supliqué por su vida, pensando que podría engañarlo, ganar tiempo. Lo subestimé, claro.
-Déjela vivir- dije. –Está fuera de la organización, toda la estructura militar y política de Montoneros se está cayendo a pedazos, usted lo sabe, la guerra está ganada hace tiempo. Déjela vivir y a lo mejor podemos encontrar juntos esa respuesta.
Resplandecieron en la penumbra, los ojos del capitán Cardoso.
-Un año esperando- dijo. –Es demasiado.
Desenfundó el arma que había llevado hasta ese momento en su sobaquera. Una automática, similar a la de Natalia, tal vez la misma. La puso sobre la mesa, frente a ella.
-¿Qué hace?- pregunté, exasperado.
Había avanzado un paso para dejar la pistola. Retrocedió a su posición anterior.
-Quiero ver.
Comprendí entonces el motivo de aquella cita, Rogelia. Demasiado tarde, como se comprenden las cosas que nos arrojan a un callejón sin salida, los juegos escabrosos de la conciencia.
Tenía razón Cardoso, capitán de inteligencia del ejército argentino. Ningún pensador encuentra el fondo de los abismos y habla alegremente desde allí. Habría sido inútil sentarnos a discutir como dos ociosos aristócratas en esa estancia de la rica pampa húmeda argentina.
No la había obligado a nada. Llegó, simplemente, el día anterior. Primero, solo. Después, pero no hasta que habló con ella y, con modales suaves, para nada amenazantes, la puso al tanto de que no era el padre de ninguna Macarena, llegarían a la estancia sus dos esbirros.
-Recordamos- dijo, me contó. –No sé si la confundió el reencuentro porque mis argumentos fueron sin duda inverosímiles. Pero por un rato quiso creer en ellos. Luego ya no hizo falta que le explicara quién soy en realidad. Fue bueno recordar juntos, sin embargo.
La tarde que habían pasado en esa habitación al fondo de la casa de Carmelo, eso recordaron. En una penumbra más promiscua que ésta, inundada por el olor del gallinero pegado a la pieza y el alboroto de la media docena de hijos del policía que les había dado alojamiento. Si hasta hablaron de seguir viaje a Barcelona y de conocer a Macarena.
Miré a Natalia, le pregunté si lo que ese sofisticado torturador contaba era cierto.
-No los necesito, pudieron no haber venido- dijo Cardoso, señalando con un cabeceo hacia la habitación contigua donde estaban sus dos ayudantes con la prima Rosalía. –Pero el refuerzo estaba pactado y el ejército es una máquina burocrática. Los estrategas frente a sus mesas de arena no entienden que las verdaderas batallas se libran en otros ámbitos.
Frente a mí, en 1982 en Buenos Aires, Rogelia mira sin ver una columna de manifestantes, empleados que a la salida de sus oficinas se han reunido para gritar por la calle su apoyo a la aventura militar en Malvinas. No son más de cien, tal vez doscientos, ocupan la calzada principal y llevan pancartas que sostienen con dificultad porque el viento sopla fuerte del sudeste, gritan o cantan pero hasta el interior del bar sólo llega el estruendo de bocinas del tránsito atascado.
-¿Qué hiciste?- pregunta Rogelia retirando con aprensión su mano que hasta entonces había mantenido sobre la mía, como si también sobre la mesa del bar hubiese un arma.
Miré a Natalia, busqué en sus ojos el hilo de luz en la oscuridad bajo la puerta cerrada.
-Puede acercarse, tocarla, abrácela si quiere- dijo Cardoso, seguro esta vez de su movimiento, complacido quizás porque cobraría por fin su premio, su plus.
La habría abrazado si, en vez de sugerirme que lo hiciera, Cardoso me hubiera amenazado con volarme la cabeza. Quizás ese abrazo y un par de disparos que acabara con los dos me habría permitido estar a su lado, Rogelia, sentir que cumplía, que por una vez jugaba mi vida y no que actuaba como un animal doméstico que repite destrezas enseñadas por su amo.
Su permiso, en cambio, me paralizó.
-La automática está cargada- dijo Cardoso. –Claro que no corro riesgos, tengo la mía.
Giró para mostrar otra pistola a su espalda, en la cintura.
-Está loco- dije.
-Es mi trabajo.
Por primera vez desde mi llegada sentí que Natalia me veía, que podía reconocerme entre los jirones de su niebla. Como tripulantes de barcos que se cruzan temerariamente en medio de la tormenta, que atados a sus cabos para no ser despedidos de cubierta y tragados por el mar, se reconocen y alzan sus brazos para soñar que se alcanzan uno al otro.
Me miró mientras estiraba su mano hasta rozar la automática que efectivamente era la suya, no soy un experto en armas, Rogelia, pero la delectación con que la acarició fue su manera de decirme que su decisión estaba tomada, que no me interpusiera esta vez. A su espalda, Cardoso observaba el lento movimiento sin siquiera llevar su mano a la cintura donde tenía su propia arma.
Me pregunté después, y me lo preguntaré durante todo el resto de mi vida, si debí haber hecho entonces lo que se esperaba de mí, lo que vos misma esperás que te cuente que hice, Rogelia, arrojarme sobre Natalia, quitarle el arma y abrazarla. Pero ella habría tomado su pastilla de cianuro si quien fue a buscarla a la estancia de la prima Rosalía hubiera sido otro, si no hubiese existido ese viaje a Carmelo en el que un desconocido le contó la historia de una apócrifa felicidad perdida, si no hubieran transcurrido esas horas inciertas, turbiamente pasionales, en la habitación mal ventilada que un policía rentaba para poder alimentar a su familia numerosa, ni la promesa del viaje juntos a Barcelona, del encuentro con Macarena, la historia de amor tejida en unas pocas horas de lancha y de revolcarse en una cama que con sus crujidos desafinaba como un instrumento más de la patética orquesta que ejecutaba la música de fondo de la fuga de Natalia, una fuga que no rozó más mi vida que la del oficial de inteligencia disfrazado de padre penitente. Y si la hubiera demorado con mi abrazo al borde del abismo, habría querido saber. Y es lo que siempre he temido, Rogelia, saber, enterarme, acompañar hasta el fondo a quienes he creído amar.
Me quedé quieto, entonces, debí ser el helado espejo de su mirada mientras aferraba la culata de la automática y con firmeza, sin un solo temblor en el pulso, embutía el caño en su boca con sus ojos bien abiertos, fijos en mí.
Fui yo quien cerró los ojos antes del disparo.

sábado, abril 23, 2011

SIGO LEYENDO

Ya está, ya le dieron como en bolsa a Vargas Llosa, el tipo se la buscó y la encontró, no hubo agresiones físicas ni debate cara a cara, pero la cuestión ya empieza a aburrirme. Los que siguen dándole son legión. Y muchos de ellos suman a las filas de un “sistema cultural oficialista” que se nutre de siempre los mismos: los mismos que van a los actos, que aplauden y descalifican, que se suben a los aviones cuando el kirchnerismo se va de joda a Europa, que se autopromocionan, que se autohalagan, que se autoabsuelven y todos los autos que se te ocurran.

Amigos, ¿compañeros?, está todo bien. Pero hay más gente de este lado, somos muchos los que detestamos la posición política del autor de “Conversación en la Catedral” pero admiramos su literatura, y muchos más los que queremos a la literatura, los que escribimos y hasta publicamos, por lo general en el exterior o en mínimas ediciones locales, para ser ninguneados sistemáticamente por esta corte de alborotadores que de lejos parecen una estudiantina pero que, acercando cámara, delatan sus arruguillas, patas de gallo y teñidos e implantes varios.

Apoyar a un gobierno que lleva adelante una dura tarea para denunciar tanta canallada periodístico-empresarial y desmontar, aunque sea en parte, la vergonzosa concentración de la riqueza en la Argentina, me parece bárbaro, realista, aconsejable. Pero subirse al caballo oficial para galopar a lo príncipes por las verdes praderas de un izquierdismo waltdisneyniano, me parece poco digno, chacabuco, decadente y, por qué no decirlo de una vez, elitista, burgués, oportunista.

Sigo leyendo a Vargas Llosa.

jueves, abril 21, 2011

VARGAS LLOSA EN LA FERIA

Un lujo, la intervención de Vargas Llosa en la Feria del Libro. Cuando ya la cosa amagaba hacia la descalificación de los procesos “populistas”, y en especial del gobierno, sonó el gong. La derecha, frustrada, aunque aplaudieron a gusto; la izquierda infantilista, frustrada porque debieron guardar sus tomates maduros. Faltó debate, intervención del público. En la tele, el autor peruano sólo dio entrevistas a los medios del “impresentable de Magneto” –como define Aníbal Fernández al capanga de “Clarín”, rehusando presentarse en “6,7,8”, del canal oficial, donde periodistas que a diario son insultados en su honra por sus colegas de los medios magnetizados que también son insultados en su honra por los de 6,7,8 lo habrían enfrentado a otra clase de diálogo.

En cualquier caso, el fuerte del nobel es la literatura, no la política, que para eso hay tanto mediocre con ínfulas dando vueltas por el mundo.

Hay que añadir que Vargas Llosa se fotografió profusamente en compañía de empresarios poderosos –los “verdaderos dueños” del país- y del “presidenciable” Mauricio Macri que –esta aseveración corre por mi cuenta- nunca leyó literatura.

Sigue el baile, cualquier novedad, les cuento.

lunes, abril 18, 2011

HABRÁ

Habrá el fin de mundo que anunciaron los mayas y te estaré esperando.

Habrá el apocalipsis now de Cóppola y más allá de su Vietnam y del corazón de las tinieblas de Conrad, estaré esperándote.

Habrá en la Santa María de Onetti un hombre que a tientas en la alta noche reconoce las huellas de tus pasos y que espera tu regreso.

Habrá en La Catedral de aquel Vargas Llosa que no había descubierto aún la comezón del fascismo un hombre sentado a una mesa, en la Lima lluviosa y fría de agosto, esperándote.

Habrá en el parque Lezama de Sábato un tipo joven aún, esperando a que regreses de tropezar con los ciegos por los pasadizos subterráneos de Buenos Aires y de acompañar por la quebrada jujeña los restos de Lavalle.

Habrá en la rayuela parisina de Cortázar el que espera encontrarse con quien nunca será la Maga.

Habrá en cada historia, en cada romance imposible, en cada palabra escrita en la niebla, garabateada en los pergaminos del amanecer, la necesidad de encontrarte, de que vuelvas a la esquina ventosa de aquella ciudad perdida en el desierto, cuando nada había sido dicho ni escrito, cuando la palabra no era ni siquiera el gesto, cuando la soledad no encontraba el abrazo que empezara a desmentirla.

domingo, abril 17, 2011

PROMESA

Se quedó dormida, se vistió y sale casi sin mirarse al espejo, cruza la calle corriendo, el auto la levanta un par de metros y cae sobre el asfalto mojado por la llovizna.

Mientras los que vieron el accidente corren hacia el cuerpo yacente, ella sigue corriendo sin preguntarse cómo es posible y a dónde va, tan temprano, tan sin arreglarse. Llama a la puerta de una casa cercana, o tal vez distante, quién sabe. El hombre que la atiende tiene la edad que tendría hoy su padre. Si le preguntara qué busca, ella no sabría explicarle, pero el hombre la hace pasar, callado, y la guía hasta la sala. Sólo ve el respaldo del sillón, el favorito de su padre, lo único que desapareció de su casa cuando su madre le dijo que había muerto. En ese sillón le leía a ella los cuentos de la infancia, le hablaba de los tiempos felices que la esperaban apenas creciera.

Creció y sin embargo, esta mañana, despertó sobresaltada aunque sin pensar en él, sin recordar la promesa incumplida que ahora, al acercarse ella al sillón y al permitir que quien está sentado en él vuelva a abrazarla, empiece tal vez a ser realidad.

sábado, abril 16, 2011

CUARENTA AÑOS

Cuando estás harto de la propaganda oficial y de las descalificaciones de la oposición, cuando te sacudieron que la Argentina crece al 9% o que la incertidumbre frena las inversiones pero cuando nosotros seamos gobierno todo va a cambiar, hacés la prueba de apagar todos los electrodomésticos, incluido el televisor y la notebook, de quemar los diarios que compraste, salís de casa y empezás a andar.

No hace falta que cruces la General Paz porque ahí nomás, a pasos del barrio de los muertos que llaman Recoleta, vas a ver que muchos ni se enteran del progreso, del crecimiento al 9% ni de las promesas de una oposición que, con sus políticas cuando gobernaron –y gobernaron durante décadas- estuvieron en el origen del descalabro.

Y si cruzás a lo que llaman conurbano, agarrate catalina aunque no seas Catalina. Barrios superpoblados de indigentes, refugios de narcos, dormideros de un proletariado que sobrevivió a las promesas, que intenta organizarse para que el delito de uno y otro bando no se los lleve por delante.

Y si salís de la ciudad-puerto y te internás en las provincias vas a ver los palacios de los dueños de la soja y los ranchos de los trabajadores rurales, y la misma pobreza que viste hace cuarenta años cuando te prometían y vos mismo te prometías que todo iba a cambiar, que la siguiente década sería socialista.

No hubo socialismo, ni el capitalismo civilizado que los fascistas disfrazados de demócratas clamaban defender. Hubo represión salvaje, ahogo económico, terror, iglesia católica, una guerra y otra que casi.

Cuando ves a la izquierda prometer una revolución que estaría a la vuelta de la esquina pero das vuelta a esa esquina y no está, y tampoco está la izquierda sino grupos que se disputan ferozmente la hegemonía y se reclaman poseedores de una doctrina y una práctica indiscutibles, es cuando pegás la vuelta, cansado de andar.

Y a la tele, a la notebook y a los diarios que se salvaron del incendio.

jueves, abril 14, 2011

PUENTES

Entre la vida y la muerte quedan puentes ciegos, suspendidos sobre una nada que sospecho no tiene que ver con la otra orilla. Avanzamos por ellos cuando soñamos, por ejemplo, con los antiguos amores.

Esta pomposa introducción tiene que ver con que he vuelto a verla, a hablarle y a abrazarla. Hasta despertaría con su aroma impregnado en mis sábanas.

Claro que un perfume al pasar no es la flor de Coleridge, que caminar a su lado no es el encuentro con Alejandra que narra Sábato en el Lezama.

Es algo, sencillamente, un retazo, una hilacha, el hilo de la baba del diablo que el viento agitaba en nuestra infancia y que todavía percibimos en el sueño profundo, en el encuentro al azar con lo perdido.

miércoles, abril 13, 2011

"CUERPO DE MUJER"

Tuvo que haber, alguna vez, una época dorada.

EL DESPRECIO

Gracias a la televisión, tan denostada, sabemos lo que antes apenas intuíamos: que puesta frente a una cámara con micrófono la gente –todos, vos y yo, y acaso la vecina- habla mucho más de lo que no sabe que de aquello de lo que, con las limitaciones de cada caso, se ha informado.

Temas y personas desconocidos son abordados al pasar, con la naturalidad y hasta el afecto que deberíamos dispensar a quienes esperan o necesitan algo de nosotros.

De los temas, que cada borrico se haga cargo. De las personas, queda claro que es más fácil querer a quien no nos conoce que a aquellos que, conociéndonos o por lo menos creyéndolo así, podrían no correspondernos.

Tal vez suceda esto –si efectivamente sucede- porque será más fácil luego rechazar a quien nunca nos ha aceptado que hacernos cargo de nuestro desprecio.

Y no me vengan con que demasiada tele y que hoy desayuné con ginebra.

sábado, abril 09, 2011

PINK FLOYD, MUNCH, ZAPATERO

Aburrimiento post alimenticio, molicie digestiva –finalmente indigesta-, caigo a menudo, frente al televisor, en el programa “24 Horas” de la Televisión Española.

Anoche, un gurucito financiero, sometido al interrogatorio de un grupo de periodistas. El tipejo, dando cátedra de lo que espera a las naciones que no cumplan con el ajuste. Y cuando se habla de “naciones”, se habla de los pueblos, de la gente del común, de los “parados” y de los que todavía andan.

Temerosos, los periodistas le preguntan al tipejo si a España le podría pasar lo que a Grecia y a Portugal. Responde el tipejo y hace lo suyo, en anteriores declaraciones, la vicejefa o algo así del gobierno “socialista”. “Nooooooooooooo, a España noooooooo…”

Me causa gracia, tristeza, abulia y al final la indignación amenaza convertirse en la furia de Pink Floyd contra el sistema opresor. Porque España –sus intelectuales, sus dirigentes, sus políticos de izquierda si los hay- no acaban de ver la pata de la sota. Hay quien habla, con buenas intenciones, del ejemplo de Islandia, y de que España debería seguirlo. Pero España no es un pequeño país de cazadores de ballenas sino una nación compleja, diversa, en permanente ebullición y rebeldía. España es América latina, es África y a veces también es Europa, pero no la Europa maloliente que aceptó sin demasiados traumas sicológicos posteriores la invasión nazi y la redención yanqui sino que supo luchar por mejores sistemas de producción y convivencia que este capitalismo nuclear que, si estalló hace un par de años en el reactor de Lehman Brothers, ya venía perdiendo uranio y agua pesada en las reiteradas y recurrentes crisis de América latina.

Tal vez la necesidad de sentirse europeos esté demorando un sinceramiento en la mirada de España frente al espejo.

Pero ojo, cuidado, atenti con la crisis de Pink Floyd, con el grito de Munch, con el alarido de las víctimas.

Dejen de preguntarle al verdugo cómo prefiere ejecutarlos.

viernes, abril 08, 2011

ESPEJOS

Que el poder opera diariamente sobre la información que recibimos a través de los medios de prensa no es un descubrimiento. El antiguo “divide y reinarás” rige hasta en materia a veces tan inasible como las noticias con la que nos bombardean diarios, revistas y medios electrónicos.

Así, la crisis que actualmente vive Europa –y que padecen especialmente países como Portugal, Grecia o España- es presentada de muchas maneras diferentes, pero poco o nada se la vincula con los modos de extorsión con los que el sistema financiero internacional –la rama operativa del capitalismo- mantiene sus prerrogativas y se preserva.

El enorme desarrollo experimentado por Europa luego de finalizada la segunda guerra mundial, y particularmente una vez superada la crisis petrolera de la década del ´70, favoreció este ocultamiento y ayudó a disfrazar el hecho criminal que en su momento denunciaron –haciendo punta en el análisis- intelectuales de la talla del brasileño Darcy Ribeiro.

El desarrollo desigual y permanente está en el origen de la configuración productiva y del crecimiento malformado, tanto como un virus o bacteria en el contagio de una enfermedad física. Sin la miseria extrema a la que fueron sometidas las naciones colonizadas –a través de la exacción de materias primas no renovables y de la implantación de poderes políticos advenedizos y cómplices-, no habría sido posible la opulencia que en las últimas décadas impresiona a cualquier extranjero que llega a Europa.

Construida sobre mitos fundacionales y ocultamientos seculares, la presunta superioridad del colonizador blanco sobre sus colonizados prendió con fuerza en la educación de las masas. El bombardeo cultural de una industria del espectáculo con sede indiscutida en Hollywood hizo el resto, al extremo de que muchos intelectuales discuten aún hoy sobre la presunta condición de “guerra justa” atribuida a la invasión de Libia.

Darcy Ribeiro comprometió su talento y todo su esfuerzo vital en “deseducar” y reeducar con valores en los que los pueblos sometidos pudieran reconocerse en su libertad original y comenzaran, a través del conocimiento y de una educación integrada, a recuperar su arrebatada dignidad.

Es bueno recordarlo y, en su figura, a tantos trabajadores de la cultura que no se conforman con lo aprendido en universidades y academias, y salen en busca de las viejas verdades del hombre, las que le permitieron sobreponerse a su propia condición y elevarse por sobre sus limitaciones antropológicas.

Darcy Ribeiro murió en 1997. Sociólogo, educador y novelista, su vida es parte del legado revolucionario de la América latina en el que los intelectuales europeos podrían empezar a reconocerse.

sábado, abril 02, 2011

¿QUÉ CELEBRAMOS? - II

Escribí, en julio de 1982, que Malvinas fue "una guerra de expiación". En ella, gran parte de la sociedad argentina y la junta militar intentaron limpiar los crímenes cometidos y tolerados por una mayoría -y aplaudidos por una nutrida minoría- con una acción militar que aprovechó el sentimiento anticolonialista que aprendemos desde pibes. Era difícil en esos días, muy difícil, oponerse a la "recuperación" en medio de la publicidad triunfalista de los medios y de una locura que había ganado a grandes masas -el apoyo a Galtieri en Plaza de Mayo no fue organizado por Fuerza Bruta-. Para dibujar con trazo aún más grueso el mamarracho, era año de Mundial -en España-. La derrota de la selección de fútbol y la sensata rendición de las islas por parte de su "gobernador militar" Menéndez acabaron con ese triunfalismo y la junta entró en su eclipse.

Pasaría todavía más de un año hasta la convocatoria a elecciones generales y un intento de auto exculparse por parte de los militares que la democracia derogó de inmediato -gobierno de Alfonsín, el tan criticado luego por las leyes de punto final y obediencia debida, que debió soportar una sucesión de intentonas militares y de paros generales durante su acosado mandato.

Todo es y será historia. Creo que los pibes tienen que conocerla, estudiarla, razonarla, opinar con la mayor libertad a la que podemos aspirar, un ejercicio que no puede instrumentarse si no se cuenta con toda la información.

No hubo "militares buenos" y "militares malos", sino que las fuerzas armadas fueron tradicionalmente la herramienta de los golpistas en América latina y en nuestro país. La masacre iniciada con toda la furia en 1976 contó con asesoramiento y planificación extranjera -Estados Unidos, desde su Escuela de las Américas, la acción de la diplomacia yanqui por la cual Henry Kissinger recibiría el "Premio Nobel de la Paz", el mismo que hace poco le dieron a Obama. Y también hubo asesoramiento de Francia, que era una potencia colonial experta en contrainsurgencia y que había actuado en Argelia con la misma ferocidad con la que actuó aquí la junta militar, aunque con la diferencia de que Francia lo hacía fuera de sus fronteras -lo que por supuesto no los disculpa: sólo pone en contexto la acción de unos y otros.

Muchos de los "héroes de Malvinas" que perdonó Alfonsín en 1986 fueron represores y torturadores de civiles. Y de soldados en las islas, a los que estaqueaban en pleno invierno austral.

Recién a partir de la rendición incondicional, los soldados argentinos tuvieron acceso a cobijo y comida caliente, y a un trato humanitario. Por parte de los ingleses, claro.

¿Qué celebramos?

¿QUÉ CELEBRAMOS?

El 2 de abril de 1982 los militares argentinos cumplieron un viejo sueño castrense-nacionalista: recuperar Malvinas –o invadir las Falklands, según la visión al otro lado.

Una aventura militar emprendida por la más feroz dictadura de la historia argentina, que buscó así legitimar su poder, luego del fracaso de su intento de guerra con Chile, en 1978.

Más de mil muertos: por hambre y congelamiento en las islas, como consecuencia de hundimiento del crucero General Belgrano, caídos en combate y por mano propia en los centenares de suicidios que sucedieron durante muchos años después de acabado el breve conflicto de dos meses y medio.

Las Malvinas siguen siendo Falkland y hoy es feriado nacional.

¿Qué celebramos?

viernes, abril 01, 2011

NI TAL VEZ EL AMOR

El hombre toca el piano y canta en los bares. Es su modo de vida, desde que lo echaron de la filarmónica por llegar borracho a los ensayos. Ha dejado de beber pero toca y canta en los bares mientras ve beber a los demás.

No extraña la bebida, sin embargo, sino el humo. Ni siquiera el tabaco, porque nunca fumó, pero sí el humo. El humo que alivia los contrastes, que desdibuja las siluetas, que vuelve bello lo apenas imperceptible. Como la mujer que esta noche lo mira, lo oye, aunque parezca tan lejana. Extrañando, tal vez, está ahí.

A ella entonces la canción, a ella sin nombre, a ella sin otra distancia que la posibilidad de rozar su piel cuando acabe este tema.

Toca y canta, y ella se desdibuja, va perdiendo nitidez, se vuelve cada vez más un borrón sin cuenta nueva, un trazo evanescente y finalmente nada.

Acaba el tema, el hombre que alguna vez tocó en la filarmónica y que hoy se gana la vida en los bares. Bebe de un solo trago un vaso de agua tibia, se levanta y encara hacia la mesa ya vacía.

No extraña el alcohol, ni el tabaco ni tal vez el amor.

Pero el humo.