viernes, abril 08, 2011

ESPEJOS

Que el poder opera diariamente sobre la información que recibimos a través de los medios de prensa no es un descubrimiento. El antiguo “divide y reinarás” rige hasta en materia a veces tan inasible como las noticias con la que nos bombardean diarios, revistas y medios electrónicos.

Así, la crisis que actualmente vive Europa –y que padecen especialmente países como Portugal, Grecia o España- es presentada de muchas maneras diferentes, pero poco o nada se la vincula con los modos de extorsión con los que el sistema financiero internacional –la rama operativa del capitalismo- mantiene sus prerrogativas y se preserva.

El enorme desarrollo experimentado por Europa luego de finalizada la segunda guerra mundial, y particularmente una vez superada la crisis petrolera de la década del ´70, favoreció este ocultamiento y ayudó a disfrazar el hecho criminal que en su momento denunciaron –haciendo punta en el análisis- intelectuales de la talla del brasileño Darcy Ribeiro.

El desarrollo desigual y permanente está en el origen de la configuración productiva y del crecimiento malformado, tanto como un virus o bacteria en el contagio de una enfermedad física. Sin la miseria extrema a la que fueron sometidas las naciones colonizadas –a través de la exacción de materias primas no renovables y de la implantación de poderes políticos advenedizos y cómplices-, no habría sido posible la opulencia que en las últimas décadas impresiona a cualquier extranjero que llega a Europa.

Construida sobre mitos fundacionales y ocultamientos seculares, la presunta superioridad del colonizador blanco sobre sus colonizados prendió con fuerza en la educación de las masas. El bombardeo cultural de una industria del espectáculo con sede indiscutida en Hollywood hizo el resto, al extremo de que muchos intelectuales discuten aún hoy sobre la presunta condición de “guerra justa” atribuida a la invasión de Libia.

Darcy Ribeiro comprometió su talento y todo su esfuerzo vital en “deseducar” y reeducar con valores en los que los pueblos sometidos pudieran reconocerse en su libertad original y comenzaran, a través del conocimiento y de una educación integrada, a recuperar su arrebatada dignidad.

Es bueno recordarlo y, en su figura, a tantos trabajadores de la cultura que no se conforman con lo aprendido en universidades y academias, y salen en busca de las viejas verdades del hombre, las que le permitieron sobreponerse a su propia condición y elevarse por sobre sus limitaciones antropológicas.

Darcy Ribeiro murió en 1997. Sociólogo, educador y novelista, su vida es parte del legado revolucionario de la América latina en el que los intelectuales europeos podrían empezar a reconocerse.

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