domingo, diciembre 30, 2012

MUROS


Esto de escribir en los muros no lo inventó facebook, viene de lejos.
De la infancia, cuando con una brocha y cal escribía “te amo, María Laura”, para bochorno incandescente de la nombrada que a partir de ese día –en rigor, una tarde de verano- daba un rodeo de varias cuadras para no pasar frente al muro.
De la adolescencia, cuando con dos o tres compañeros de aula escribimos “muera el profe de matemática”, con lo que nos aseguramos arrastrar esa materia hasta nuestra ardua graduación.
De la juventud, cuando escribíamos “Perón vuelve” con la V de la victoria siempre y creíamos que con el regreso del que te jedi se venía el socialismo.
María Laura, el profe y Perón me jodieron la vida.
De los tres, sólo extraño a la primera, sus ojos claros y el beso que no pude llevarme conmigo.

miércoles, diciembre 26, 2012

SALA DE HOMBRES


Llegó en silencio, tarde, en la noche. Avanzó en puntas de pie por la sala de hombres del hospital Pirovano, en Buenos Aires. Diez camas a su izquierda y otras diez a la derecha, todas ocupadas. Oyó quejidos, respiraciones, ronquidos de sueño profundo, toses, pedos, palabras que, pronunciadas en sueños, se asomaban por los labios resecos de un par de enfermos.
Una vez más, como le sucede desde hace siglos, se preguntó para qué, si valía la pena, si elegiría bien o volvería, como tantas milenarias veces, a equivocarse. Pero no tenía modo de saberlo, de anticiparse, de ganarle al tiempo, pese a conocerlo tanto.
Eligió por fin la cama del fondo, la última. Se acostó a tu lado y sonreíste porque en el sueño era ella la que regresaba.
Ya no pude volver a abrazarte.

martes, diciembre 25, 2012

RESACAS


No está de más preguntarse –con la resaca de alcoholes de la noche llamada buena- qué celebramos en navidad. Los no creyentes, digo: ateos, escépticos, iconoclastas, pragmáticos, blasfemos, poetas y cantores.
Algo celebramos, no nos hagamos los boludos. O anoche nos habríamos acostado temprano y sin beber, y habríamos cerrado los ojos con fuerza, como cuando de pibes nos mandaban a dormir “porque los mayores tenían que hablar de cosas de mayores”, para levantarnos en seguida a espiar por las hendijas de las ventanas y oír detrás de las puertas.
Me pregunto si porque hemos crecido la Navidad ha dejado de ser cosa de mayores. Si porque nos resbala que un tipo de raza aria que nace y muere todos los años convoque a tanta gente con su superproducción hollywoodense, ¿por qué anoche no nos fuimos a dormir temprano? Y si lo hicimos y nos levantamos luego en puntas de pie, ¿qué vimos entre las hendijas de una ventana mal cerrada, qué oímos y alcanzamos a escuchar con alguna claridad de entre los murmullos de los mayores?
Las preguntas de fondo que en plena resaca me hago:
¿Qué se dicen los mayores, los que creen y celebran convencidos de por fin quedarse a solas con sus verdades?
Y si tenemos el mundo que tenemos:
¿qué celebramos?

sábado, diciembre 22, 2012

UNA NOCHE DE CUALQUIER AMOR


Una noche de cualquier amor vale más que la desmesura vital de Rimbaud, que los merodeos por el suicidio de Pizarnik o la cirrosis existencial de Bucowsky.
Una noche de encontrarte con cualquier ella como con el disparo sin balas de una ruleta rusa, de amarla como a la sombra de un fantasma y sin embargo su piel, la sangre que se atropella en tu sexo como si fueras a transfundirte entero, a extraviarte sin brújulas ni referencia alguna a todo pero a todo lo que dejás atrás. ¿Pero qué carajo dejás atrás?
Nada, para qué engañarte.
Toda tu historia cabe en esa estación de ferrocarril de un ramal abandonado donde un empleado vestido de gris se ocupa de barrer los andenes y la sala de espera, y de anunciar cada día a la misma hora que el expreso a ninguna parte ha sido cancelado.
Una noche de cualquier amor ha sido la de anoche y hoy, en la sala de espera, se te adormece el alma mientras el tren pasa sin detenerse, provocando el temblor de siempre en los andenes y despertándote apenas para asomarte y verlo perderse en la curva que ya lo lleva otra vez hacia el pasado, su punto de partida y destino. 

viernes, diciembre 21, 2012

DIOSES EN CADENAS


“¡Todos moriréis, todos!”, brama Dios frente a su Omnimonitor, cabreado por la proliferación de pretendientes a la inmortalidad.
-Pero Señor, si morir es ley de vida…- intenta serenarlo su A.J. (Alcahuete en Jefe): -Disculpadme pero no puedes amenazar con aquello que Tú mismo has escrito. Recuerda esa célebre monografía Tuya sobre la vida eterna.
“¿Yo escribí eso?”
-Aunque lo haya hecho un ghost writer… De aquí partieron los fondos para sus honorarios.
“Me subleva que tanto imbécil pretenda ser eterno cuando ni Yo lo soy”.
-Pero porque han vivido engañados, creyendo en Vuestra Doctrina, My Boss: diles la verdad.
“¿You think so, che…? ¿Qué día es hoy?”
-21 de diciembre de 2012, el día en que los mayas…
“¡Bingo! Prepara la Cadena Internacional de Noticias Celestiales: esta noche hablo Yo”.
-Maestro Sublime, sabe cuánto lo admiro e idolatro…
“Te sobran las razones, eres mi lacayo predilecto”.
-Debo, por ello mismo, deciros algo que espero no os moleste.
“Habla, Gran Tunante”.
-Si no existiera Cristina, Usted sería Dios. Pero Cristina existe. Y habla esta noche por la cadena nacional de Argentina.
“Tienes razón, comunícame con ella ahora mismo.
-¿Le va a ordenar que se calle?
“No, insensato. Le voy a rogar que por lo menos me mencione una vez.”

miércoles, diciembre 19, 2012

VERDURA


De apellido, Verdura. Y en cuanto decía que su apellido era Verdura ya no importaba el nombre ni la profesión ni si alguna vez había sido feliz. Llamarse Verdura era mucho más poderoso que cualquier otro dato sobre su persona que, a partir de la revelación, pasaba desapercibida.
Debería haber cumplido los 54 cuando lo sorprendió la sequía. Ese año no llovió ni una gota, se secaron las cosechas y las pasturas, miles de cabezas de ganado se perdieron entre bosques desvastados y salitrales, los ríos sólo llevaban polvaredas y hasta el mar huyó de las costas.
Sentado en su sillón predilecto, Verdura leyó y releyó mil veces “Continuidad de los parques”, de Cortázar. Mil veces detuvo la mano asesina y a empezar de nuevo, convirtiendo lo circunstancial en cotidiano.
En la noche del 31 de diciembre y en medio de la primera gran tormenta de ese año, permitió que el asesino acabara su faena.
La desmentida del puñal hundiéndose en su espalda lo llenó de alivio.
Supo, ante la inminencia de su muerte, que de carne somos aunque nos llamemos verdura.

sábado, diciembre 08, 2012

PESTE URBANA


PESTE URBANA

Se dio cuenta de que el tiempo retrocedía cuando sus amigos y conocidos empezaron a rejuvenecer.
Creyó estar enfermo y buscó a su médico. No lo encontró, no se había recibido aún de médico, “el año que viene se gradúa”, le dijo la madre del médico que, por lo que él sabía, debía estar muerta hace años.
Abandonó la ciudad, a lo mejor es una peste urbana –se dijo. Se subió a un avión, un Airbus, pero en pleno vuelo la nave se transformó en un Douglas a turbohélice que aterrizó de emergencia en una isla del Pacífico.
Buen clima, sol radiante y la atención del hotel que dispuso la compañía aérea para los pasajeros en tránsito, inmejorable.
Se echó a descansar en la blanca arena de la playa, bajo una palmera, después de un par de tragos y algún chapuzón en las aguas transparentes del Caribe.
Se durmió profunda y largamente.
Al despertar, estaba solo.

viernes, diciembre 07, 2012

BRASILIA YA SUEÑA CON NIEMEYER


Acaba de extinguirse Oscar Niemeyer.
Hace apenas quince días estuve –con Patricia Ratto y Carlos Gamerro- en Brasilia.
Rara criatura, la actual capital de Brasil. Algo descuidada y con un diseño urbano que hace bastante más difícil la ya ardua obligación de desplazarse de un lugar a otro. El transporte público es –me dicen- escaso y malo. No hay metro ni la posibilidad de construirlo porque la ciudad es “patrimonio cultural de la humanidad” y no puede ser modificada en su estructura, o algo así.
No creo que Niemeyer haya imaginado un siglo XXI sin peatones, aún compartiendo los soñados mundos de Bradbury o Asimov. Por su longevidad –que no sé si estuvo en sus cálculos-, Niemeyer se asomó al futuro, puso un pie –o ambos- en él.
Y caminó despacio, tanteando el polvo, la humedad y las canciones de un tiempo ya espectral, diciéndose hice bien en imaginar Brasilia.
Desde hace un par de días Brasilia sueña con Niemeyer.

miércoles, diciembre 05, 2012

PESO Y POLVO


Después de deleitarme anteanoche con el antiguo reportaje de la TVE a Juan Rulfo, me topo anoche en otro canal con Jorge Asís.
Tres cronistas jóvenes –cuya especialidad parece ser la economía- lo reverencian en cámara. Asís se jacta de haber escrito ya veintipico largo de libros y de que todavía se hable de “Flores robadas en los jardines de Quilmes”.
Aclara que “Flores robadas…” fue su cuarta o quinta novela, que su obra había arrancado antes con “Los reventados”. 
Yo leí “Flores…” –un fenómeno de ventas- con cierto inicial placer y un creciente sinsabor cuando avanzaba en sus páginas, tomando distancia e ironizando con su habitual acidez sobre la militancia política de los ´70, por entonces diezmada, torturada y asesinada por la dictadura militar.
Encaramado cotidianamente en las páginas de Clarín, durante esa trágica segunda mitad de la década del ´70 Asís firmaba unas crónicas “arltianas” bajo el seudónimo de Oberdan Rocamora y el padrinazgo literario de Luis Gregorich, una suerte de Beatriz Sarlo masculino de la época.
Es un buen escritor, Asís. Sus crónicas en Clarín eran originales y divertidas: por ellas desfiló buena parte de la picaresca y el pintorequismo de Buenos Aires, generosa en historias como cualquier megalópolis -aún en plena noche dictatorial.
Asís cayó en desgracia cuando, bajo la forma de una novela, publicó una suerte de escrache general de los personajes del diario que lo había catapultado a la fama.
Ahora –tal vez en compensación por tantos años de ninguneo del “gran diario argentino” y el desgaste de Magneto & Cía-, el escritor asoma su testa con una novela, “Hombre de gris”.
El problema de Jorge Cayetano Asís –como gusta presentarse en su nueva etapa- no es literario sino político. Como Clarín –su diario soporte y luego su tumba-, cuyo problema tampoco es periodístico.
Asís ha vivido lo suficiente como para haber escrito y editado los veintipico de libros que denuncia como inventario.
Desde Rulfo sabemos que la cantidad sólo suma peso y polvo a una biblioteca de las convencionales, de las que amaba Borges –aunque sospecho que sin Asís y sin nosotros.

martes, diciembre 04, 2012

SOMBRAS DE FACEBOOK


Usamos el Facebook para reconstruirnos. Como frente al espejo pero creyendo que esta vez no estamos solos, que cientos o miles de amigos cliquearán me gusta o comentarán qué guapo(a), qué valiente, qué generoso, cuánto talento.
Hasta que una tarde oscura, mientras ventanas afuera el sol inicia su último combate, el monitor se oscurece y pierde su ominoso disfraz de horizonte. Abrimos y cerramos puertas, furiosos, llamamos a números que no responden o nos piden que dejemos mensajes que, lo sabemos, nadie responderá jamás.
Nos queda volver al espejo, a la libreta de apuntes, al pedido de auxilio borroneado en la contracara de un formulario burocrático, de una factura por servicios que olvidamos o no pudimos pagar.