sábado, noviembre 22, 2014

SOLEDAD ABSOLUTA


No hay nada relativo en tu soledad y en la mía. No hay promesas de estar de nuevo juntos, no hay citas probables y el viento que brama en las desoladas esquinas de las calles del centro y empuja el azote de los postigos en las viejas mansiones derruidas, no impide el acoso de la noche, los clarines de luz del nuevo día.
Es tarde y es prematura la carta que escribís cuando ya nadie escribe, ha pasado el tiempo de recibir, de remover escombros, de sembrar sobre el erial del olvido, de contar la historia de un amor estremecido y solo pero de soledad absoluta, la tuya y la mía, de silencio, de llanto en penumbras, de alarido.

viernes, agosto 15, 2014

DESCUBRIMIENTO

Le llevó tiempo descubrir el excesivo tamaño de su sombra. Media vida tardó en darse cuenta de que la proyección de su cuerpo eclipsaba sus pasos, lo definía como el gigante que no era.
Claro, la costumbre de andar a puro mediodía, la ceguera inconclusa del amor no correspondido, los finales abruptos, todo lo que de impensado llevaba en su mochila de viajero circular, le impidieron volverse, darse vuelta, dejarse abrazar por él mismo hasta la asfixia.
No hubo cadáver que reconocer para sus deudos.

Sólo oscuridad.

jueves, agosto 07, 2014

PUNTUAL

Es rigurosa, obsesiva con los horarios, no tolera retrasos cuando te cita. Claro que el castigo que pueda luego infligirte no se compara con su beneplácito si te ve llegar a la hora señalada.
No tiene otro modo de darte su podrido afecto que celebrar tu puntualidad, tenés que comprenderla mientras marchás a su encuentro, silbando bajito, deteniéndote en el puesto de flores para comprar ese ramo que por esta última vez no será para ella.
No la defraudes, sé puntual: tu llegada tarde o tu ausencia serán devastadoras.
No te espera, toda tardanza le resulta intolerable. Tanto como el tiempo sin fronteras que te condenará a dejar pasar, si esto sucede.

Fumando, leyendo libros que no te importan, escribiendo historias que se borran, atento al celular que habrá quedado mudo, cubriéndote de polvo en el rincón más oscuro, esperando ese último trago mil veces prometido.

domingo, julio 27, 2014

FURTIVA



https://www.youtube.com/watch?v=t936rzOt3Zc 

Jugamos a ser la rabia, a ser el enemigo, a triturar el mundo. a empezar de cero.
No decimos cuándo. Amenazamos, vaticinamos, conjeturamos, estallamos en el aire quieto del insomnio.
Le quitamos al otro lo que ha sido. Con palabras, con desabrazos, con distancia.
Lo dejamos solo y más muerto que la muerte, desnudo, descarnado, desangrado en versos de acero, en luces ciegas, en zarpazos.
Cuánta soledad, cuánta infección de dioses, cuánto punto final para que todo siga.

domingo, julio 20, 2014

PRADERA

El abandono no es siempre ese portazo, la distancia, los olvidos. Es a veces ver al otro cuando ella te mira.
Aunque el otro aún no haya llegado, aunque no exista.

El abandono es esa última página arrancada, la pradera de hielo en primavera.

domingo, junio 29, 2014

LAS PROMESAS DEL FUEGO

Hasta que cumplí seis años vivíamos en un departamento de dos ambientes mezquinos, segundo piso por escalera, a media cuadra de lo que hoy llaman Casa Amarilla, en el barrio de la Boca.
En la planta baja había un depósito de combustibles, me asomaba por la ventana del fondo y veía los barriles y los tanques, y muy a menudo el olor del querosene que se derramaba. Mis viejos discutían porque mi madre quería mudarse aunque no tuvieran dónde y el viejo nos preguntaba si nos gustaría vivir en el parque Lezama, a la intemperie. Yo quiero dormir bajo el tobogán –se anotaba mi hermano mayor, y yo rogaba que me dejaran abajo, con los tanques y las promesas del fuego.
Una mañana despertamos con las explosiones de la refinería de Dock Sur, que se había incendiado. Desde la otra ventana, la que daba a un patio interior del edificio, se veían las grúas del puerto y las lenguas de fuego que subían al cielo gris, las nubes de humo negro, la iconografía del infierno.
Nos mudamos, no sé cuánto tiempo después porque para los pibes cada día es la eternidad. Fuimos a un barrio de clase media más pretenciosa, al que hoy llaman Coghlan pero que entonces no tenía nombre propio, donde pude por fin hacer amigos, salir a la calle, jugar al fútbol y armar las fogatas de junio.
Los fines de año provocábamos -con los bulones que robábamos al ferrocarril, clorato de potasio y azufre- explosiones que hacían temblar los cimientos de las casas y el sillón hamaca de la abuela.
También y antes de la nochebuena, mientras los adultos armaban sus arbolitos, nosotros armábamos globos de papel con fuego que se elevaban con liviandad y galanura antes de incendiarse y caer siempre sobre casas de la otra cuadra, nunca de la nuestra.
Al paso del tiempo –demasiado, pero eso es apenas una sensación-, me mudé a las sierras de Córdoba, que en los inviernos muy secos suelen incendiarse. Uno de esos fuegos visitó mi vecindario y estuvimos a punto de abandonar la casa.
Días más tarde, extinguido el incendio y caminando entre piedras negras y ceniza escuché un silbido, una voz tiznada, una risa entre paréntesis, una frase lanzada al azar como el polen o los restos de un nido abandonado.

Recordé entonces Dock Sur, los tanques de combustible en la planta baja del edificio, los globos de papel en llamas bajando en picada sobre las casas de la otra cuadra y a Carmen, rubia, ojos claros, que se fue del barrio sin decir adiós ni por lo menos confesarme al oído que el desamor es un viento helado, una lluvia de lágrimas apagando las promesas del fuego.

jueves, junio 19, 2014

MI VIEJO

Al poco tiempo de haber muerto mi viejo entré en un bar del centro de Buenos Aires, tenía una cita de trabajo pero me sobraba tiempo.
Pedí un cortado y lo vi llegar.
Entró como sin verme, no me miró cuando se sentó frente a mí.
El mozo volvió con dos café en su bandeja y por un momento temí que los dejara sobre mi mesa, pero para mi alivio o decepción sólo dejó el mío.
-¿No tomás nada?
Ahí sí, me miró y una sonrisa o tal vez un viento tibio vino de muy lejos.
-¿Viste que era cierto? Vos no me creías- dijo apenas, dejó las palabras como a fichas del dominó que jugábamos sobre una mesa parecida a la del bar.
-Tampoco ahora me convenciste- le retruqué: -Ya ves, estás acá, mirándome.
Creo que extendió su mano, sólo para que yo me enterara de que no estaba helada como las de los muertos.
-Quedate acá- me dijo: -Ya vuelvo.
Se levantó despacio, en los últimos años le costaba echar a andar su esqueleto, y salió del bar, ya sin volver a mirarme.

Fue esa la verdadera última vez que vi a mi viejo, en un bar al que había entrado porque me sobraba el tiempo.

sábado, junio 07, 2014

ZOMBIS TECNOLÓGICOS

Viajando en un bondi (bus) interprovincial: sube una veintena de estudiantes de la secundaria. Risas, bromas entre ellos mientras se acomodan en el bondi casi vacío. De pronto las risas se apagan, ya no se los oye hablar. Repiquetean los sonidos de sus aparatos electrónicos: celulares, tablets, netbooks de las que distribuye el gobierno, "wasaps" y toda la parafernalia. Pulgares quebrados sobre los pequeños teclados, mínimos timbrazos, percusión sobre las orejas tapadas por auriculares, los diálogos entre los pibes se limitan a interjecciones, a gritos sordos de un entusiasmo y una decepción que parecen pájaros encerrados en jaulas de vidrio opaco.

Cierro los ojos y debo dormirme porque la escena es la misma de los chicos subiendo al bondi pero ahora ciegos, sordos, mudos, extendiendo sus brazos hacia mí, manos rígidas de pulgares quebrados, vienen por el pasillo, tambaleantes, zombis tecnológicos de nueva generación.

Sueño que es un alarido pero es apenas el grito de un soñante al que, sacudiéndome el hombro, despierta el chofer del bondi:

-Flaco, final del recorrido, llegamos, ¿con qué te diste?

miércoles, mayo 28, 2014

EXILIOS INTERIORES

Con Gustavo Forero, en el Festival Azabache 2014, Mar del Plata

Durante años, mi “estudio” fue la cocina de mi departamento en el barrio de Saavedra. Sin trabajo, sin posibilidad de exilio, mi modesta militancia gremial y el contacto con amigos que habían elegido otros caminos de lucha, me habían convertido –como a tantos miles de argentinos- en blanco móvil de las patotas que salían a chupar gente.
Laburaba ocasionalmente en publicidad (“free lance” se le llama a ese galguear), mi mujer paraba la olla y yo, en la cocina y por las noches, ensayaba las mil recetas para ser escritor, las lecturas, los puntos de vista, los lenguajes y, sobre todo, los silencios.
Gustavo Forero, escritor, académico, coordinador de MEDELLÍN NEGRO, dijo en Mar del Plata que “hoy en Colombia los autores escriben en la cocina”.
Hablábamos de valores y menoscabos de la democracia, Forero nos recordó que en su país ya cuentan 200.000 desaparecidos, que Colombia sigue siendo un país en guerra sucia.
En 1983 pude salir de la cocina y hoy escribo en donde se me antoje, aunque putee contra la interferencia de celulares y televisores a toda hora en cada rincón de las ciudades argentinas.

No tengo recetas, sin embargo. Cociné textos a mi antojo y albedrío, saboreé muchas lecturas, improvisé cuanto pude, refrité mis propios textos, aprendí despacio, como quien saborea, que la literatura es un manjar tardío, los restos de un banquete del que disfrutamos en soledades, a veces puras e intensas, a veces compartidas con esos amigos de la madrugada que, desvalidos, abandonados por quienes habían prometido llevarlos a la victoria, se sientan a mi lado y cuentan historias que están aún por suceder.

sábado, marzo 15, 2014

MIEDO

De pibe no le temía tanto a los vampiros y frankesteines como a la muerte de mis padres. Temblaba imaginando el día, la hora oscura, el último aliento y levantarme, a partir de entonces, y no encontrarlos.
Crecí, viví como pude y cuando murieron ya no estuve cerca. No con la cercanía que imaginaba en mi infancia, la de despertar y todavía medio sonámbulo caminar hasta donde estaban, sobre todo en los feriados, mi madre y mi padre hablando en voz baja, riéndose, celebrando que por fin me despertara, incluyéndome en su mundo inasible para mí, tan lejano y cálido.

Ahora que me levanto con la certeza de no hallarlos, siento que crecer es andar descalzo, en puntas de pie, medio sonámbulo, al encuentro de unas risas que ardieron durante la noche hasta apagarse, momentos antes de que yo abriera los ojos.

jueves, marzo 13, 2014

PERO ERAS VOS

¿Por qué, si han pasado luego casi todos los años de mi vida, oigo tu voz en el interior de una antigua casa del barrio en que nací?
He salido a caminar sus calles, esta mañana, atraído por una necesidad de recuperar imágenes y olores de la infancia. Nada urgente, ni necesario: sólo el regodeo de quien camina sobre el agua, nada más que por negar que haya milagro alguno en tan sencillo andar.
No es la casa de mis padres sino un caserón que hoy luce abandonado como entonces, con muros derruidos y ventanas cegadas por papeles de diarios antiguos como la casa, hojas amarillentas, noticias marchitas de negociaciones de paz en París, guerras de las que hoy pocos saben o recuerdan, instantáneas de una entre tantas masacres en países remotos, inescrutables para un pibe de quince de los de entonces.
Pero es tu voz aunque suene como un garabato del viento, un borrador de lo que luego sería, una composición tema tu ausencia.
Huyo del barrio, busco calles que cierren esclusas, salto sobre navidades y cumpleaños, busco el alivio de los edificios altos, de las multitudes y los parques borrados por la niebla.

Pero eras vos, garabato, borrador, ausencia.

jueves, marzo 06, 2014

GÓTICA

Si Buenos Aires fuera Ciudad Gótica, el logotipo del hombre murciélago proyectado sobre el telón gris de las nubes indicaría que es hora de entrar en acción.
Y veríamos al batiauto con Batman y su efebo Robin correr por las calles desiertas para acabar de una vez por todas con las tropelías del Guasón.
Y el pibe chorro al que acaba de tirotear la cana vería llegar al batiauto, frenar espectacularmente frente al patrullero, vería aunque ya algo borrosa la figura del murciélago antropoide abrazarse con su asesino de uniforme mientras lo felicita porque así se hace, cagarlos a tiros es la única manera de acabar con esta lacra.

Pero Buenos Aires no es ciudad gótica, es la capital de un país del culo del mundo que, a más de doscientos años de haber sido inventado por la conjura de un grupo de locos, hierve en el caldero de las sociedades irredentas, blancas pero también indias, mestizas y negras a su pesar, infectadas de pobreza que les hace subir la fiebre hasta sumirlas en el delirio de creerse París, Nueva York, cualquier cosa menos esto.

domingo, marzo 02, 2014

LLUEVE

Desde hace días, muchos, llueve como en Macondo sobre la zona en la que vivo. Como en el cuento de Bradbury. Como en la Galicia de “Los gozos y las sombras”, de Torrente Ballester.
Llueve.
La demasía, el exceso por el puro placer del agua, el torrente lúdico en el que ahogarse no interrumpe la sinfonía, los arroyos convertidos en monstruos líquidos, los ríos que hasta ayer dibujaban escuálidos garabatos y que hoy se tienden sobre el paisaje como sábanas mortuorias, los pájaros de almendra y tan solos los horneros que ven deshacerse en terrones sus pequeñas casas, llueve.
No hay necesidad de pensar en nada ni en nadie cuando llueve desde casi siempre, desde días de barro y noches de agua.
No hay ninguna necesidad de recordarte cuando llueve porque la lluvia si es breve refresca el alma pero al ser así de eterna remueve las tumbas del olvido y llueve.
Como en el cuento de Bradbury, como puede que en Macondo, como en la Galicia de los gozos y las sombras llueve.

Y armo un barco de papel escrito con tu letra y lo echo sin pensar ni recordarte al río de las tormentas y las penas.

viernes, febrero 28, 2014

AQUELLAS NOCHES EN QUE LLORABAN LOS VIOLINES

Lo nuestro no era disfrazarnos.
De día, empezábamos temprano con el agua. Víctimas, las chicas de nuestra edad, primero, las más grandes hacia el mediodía, las mayores al caer la tarde y los adultos que venían a reforzar el ataque.
La violencia de género era agua, insultos de los de entonces, alguna puteada y la policía que llegaba a restablecer el orden cuando ya Roma había caído en manos de los bárbaros.
Por la noche, murgas y alguna excursión al corso, donde de nuevo el agua, los disfrazados, una esmirriada reina de barrio en su carroza armada con el carro del tío vasco lechero.
De los disfrazados, me acuerdo del Bocha que aprovechaba para vestirse de mujer, de mina sexy –diríamos más tarde-. Y qué linda era el Bocha, que cuando creció fue bancario y padre de tres hijos.
Pero de quien más me acuerdo es de Carmencita, vestida de novia del rey momo, corona de rosas y falda leve, prometiendo que seríamos novios apenas llegara el miércoles de ceniza.

A lo mejor porque el carnaval es una cámara de interrogatorios como las de la policía, con nosotros reinventándonos y un suicida al otro lado del espejo, mirándonos reír, es que prefiero que pasen rápido y si es posible inadvertidos estos “cuatro días locos”, como decía la vieja canción.

sábado, enero 25, 2014

PALABRA POR PALABRA

Morir es, en líneas generales, inevitable.
Los demonios y los dioses pagan precios demasiado altos por exhibirse con jactancia a lo largo de los siglos: la devoción y el odio son eslabones de una cadena que los ata al vacío de un insoportable presente perpetuo.

Me consuela saber que mi muerte se anticipará a tu olvido. Que tus labios rozarán los párpados de mi última noche, aunque insistas en creer que entre vos y yo sólo hubo lo que has escrito en esta carta de despedida que echo al fuego y miro arder, palabra por palabra.

domingo, enero 19, 2014

UNA NOCHE

Que cómo podés amar a la mujer que tantos aman, te dicen. Si para ella no sos nada, uno más, con mucha suerte, lo que es nada.

Y te desesperás por explicarles que eso para vos también es nada, que te importa ella, no lo que de vos le importe sino lo que retenés cuando en ocasiones te mira, cuando por accidente te acaricia, cuando por necesidad de destruirse te besa, cuando te ha dicho te quiero con lágrimas en tus ojos, cuando su risa burlona te supo a canción de cuna, a nana, a jardines encallados en la arena de tu única noche a su lado.

lunes, enero 06, 2014

MARKETING DEL SUICIDIO

Eterna Cadencia ha reeditado las novelas de dos suicidas, Jorge Barón Biza y Salvador Besnedra. Ambos libros fueron aparentemente los únicos escritos por sus autores, que eran periodistas. Barón Biza perteneció a una familia cordobesa marcada por la tragedia, cuya historia personal me fue narrada por alguien allegado a esa familia, aunque tampoco es secreta para quien quiera informarse. Barón trabajó en diversos medios y decidió poner fin a su vida luego de escribir “El desierto y su semilla”. Salvador Besnedra escribió “El traductor”, novela que de ser finalista en el premio Planeta de Argentina, fue a parar a los cargados anaqueles del estudio de Daniel Divinsky, en la consabida “sala de espera” para ser editado. Decisión que Daniel tomó luego de su suicidio, con magro resultado de ventas.
No sé si celebrar la resurrección de ambos escritores por esta editorial porteña, me suena más a marketing que a reivindicación del talento.

Tal vez y una vez más me equivoque, pero algo me cae muy mal en quienes hoy suben al podio de la crítica literaria que mezquinaron o callaron en vida de sus autores.