viernes, marzo 20, 2009

MAMBO EN LA BARCELONETA


No se lo pidan a Mambo porque está dedicado.
A comprarlo, pichuleros.

Despierta, Mambo, en una ciudad desconocida. Ha dormido en la calle pero no recuerda nada. ¿Dónde estoy? En Barcelona, hombre -le responde, desconfiado ante su aspecto, un caminante.
Lo golpearon, ahora recuerda. Lo habían contratado para custodiar a un dealer y el dealer decidió traérselo a España para que le cuidara las espaldas, fueron a una cita en lugares oscuros y ñácate. Llovieron palos y la merca se esfumó con el dealer.
¿Qué barrio es éste? La Barceloneta. Ja ja -Mambo-, qué nombre ridículo, pero se parece a la Boca. Jo jo -el catalán, como el club de fútbol. ¿Y qué hacen esos ahí? Pequeña multitud, en una callecita algo promiscua. Es la calle De la Sal y están en un aguantadero de la novela negra.
Encara para el lugar, no tiene nada más cerca a dónde ir. Una gayega algo chispeada le sale al cruce: ¿Y tú quién eres, guapo? Qué guapo ni guapo, soy matón por encargo, argentino hasta la muerte... ajena. Hoy presento libro, la gayega, si compras uno, te lo firmo. Si vos me lo firmás, me compro el cielo, guapa, ja ja.
Toma unos tragos pero rechaza con asco esas cucarachas de mar que le ofrecen, compra el libro a un tipo menudo con cara de haber perdido los anteojos y ya se prepara para el asalto final a la que le dijo guapo cuando lo encara un compatriota, ¿a dónde vas, viejo?, controlá tus instintos, acá somos todos escritores. ¿También la guapa? No te pasés, que estás en casa ajena. ¿Quién sos? Mambo. Carajo -el compatriota-, haberlo dicho antes, si comprás un broli mío también te lo firmo.
Es lo que es, Mambo: no se disfraza de otra cosa y no le gusta que lo confundan con los que curten costumbres raras. Está bien así -dice-, que me firme el suyo la guapa, que es su cumpleaños, por lo que veo, y me voy yendo. ¿Cómo se llama ese tugurio?
Es una librería -con paciencia, el compatriota: Negra y Criminal. ¿Por qué Negra? Porque Dios es argentino -explica el compatriota- pero atiende en Catalunia, la cuna de Gardel. Me chupa un huevo de pascua dónde nació ese marica engominado -Mambo, que de tango, poco-: ¿y vos qué clase de criminal sos, con esa cría en brazos?
En el límite de su paciencia, hamacando a Pepa que llora sin consuelo ante la cara de Mambo, explica el compatriota:
Las buenas dinastías deben perpetuarse, alguien tiene que hacer ese trabajo.

4 comentarios:

  1. Pero el gesto de Mambo es un poema, así que el compatriota de la diáspora suelta a la niña y planta cara. Ah, la diáspora: por allí rondan dos o tres argentinas siempre dispuestas a hamacar bebé ajeno, así que no le es difícil colocarla en brazos de compañera y mirar a Mambo ya con las manos libres.
    -¿Necesitás alguna cosa, vos?
    Mambo, ni caso, con los ojos en la gayega. Y el otro argentino, el de la diáspora, ya casi español, en vista del rumbo del encuentro, la agarra por la cintura como quien pierde el equilibrio o gana un poste, la agarra en un 'porqueesmía' trememndamente de allá, tan austral que ella le da la risa.
    Así que la gayega mira a Mambo a los ojos, le acerca los labios a la oreja y le susurra:
    -Lo siento, grandote, pero creo que seguirás siendo un sueño... Y la próxima vez, por el amor de dios, ¡no pierdas al dealer por el camino!

    ResponderEliminar
  2. Guille este Mambo es mas bueno que el arroz con leche.
    Salud Fallaras, Guille, y Pepa, ojo al otro argento lo juno y no termino de tragarlo, le hice una nerca de la hostia y salio hablando de colibries.
    Es al pedo te juntas con escritores y terminas borroneado. R.

    ResponderEliminar
  3. Pobre Mambo, lo golpearon en la zabiola y no puede pensar.
    A romperla con esa novela, tiemblen de envidia los mediocres.
    Abrazo a los tres.

    ResponderEliminar
  4. R., el argento de la diáspora es un Mambo, la va de duro porque así consigue lo que quiere, o casi, pero se le cae la baba cuando habla de la F. y de la P.
    Es cierto que se pasa de listo cuando critica nuestras nercas y las cacas de nuestros perros, que son soberanos y libres para cagar en las veredas argentinas, no como en Europa donde ves a los pichichos atados y a los dueños con sus palitas recogiendo mierda. Tomenselás.
    Aguante el Mondongo, hasta la victoria (la nuestra, claro) siempre.
    Abrazo.
    Guillermo

    ResponderEliminar