jueves, marzo 05, 2009

GUANTÁNAMO -La última, por ahora, de Mambo-







Mambo no confía en mails, sms ni chateos, le parecen cosas de señoritas y de putos. Pero abrió una cuenta en yahoo cuando pasó un año sin recibir una carta y el teléfono de línea se quedó mudo y solitario.
Empezó a creer en Bill Gates cuando recibió el mail, esta mañana, convocándolo a Guantánamo: el paraíso terrenal –se dijo-, poder torturar y que te garpen en dólares. Allá va, armado hasta los dientes, aunque espera que los yanquis le den ferretería nueva, no esta porquería de museo.
Los taxistas no quieren llevarlo, tiene que convencer a uno encañonándolo en el entrecejo: a Juncal al novecientos, le ordena. Es la dirección que le dieron, segundo piso, cuando llegan noquea al tachero para no pagarle, baja y entra en el edificio. Sube en un ascensor de rejas, como los del viejo cine de Chabrol, ideales para que te fusilen desde la escalera, pero llega entero al segundo piso. Guantánamo, reza el cartel pintado en rosa, risas adentro, música a todo tímpano, ¿qué es esto? se pregunta pero tarde, ya abren la puerta.
¡Viniste, mi amor! Antes que pueda echar mano a su pistola soviética ya el travesti se la está manoseando, pero pasá, divertite, hoy inauguramos, tanto tiempo.
Ahora lo recuerda, se hacía llamar Débora: aumentó las tetas pero la cara no tiene arreglo, se lo culeó una noche en la calle Borges, Palermo Hollywood, contra el muro de una casa vieja reciclada en restorán, al que ese mismo día había clausurado una inspección porque tenía caca de ratas en la cocina.
Estás igual, le susurra el travesti. Paula, dice ahora que se llama.

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