Siempre está esa contradicción entre lo que pasa afuera y lo que pasa adentro. Entre el hambre -por decirlo al uso cínico que a la palabra y al tema le dan los poderosos- y lo que sentís por ella, o ella por vos o vos por vos.
Existencialismo de baja estofa si le anteponés un mapa del África o de los suburbios del conurbano bonaerense. Pero en esa encrucijada estás. Vos y ella, ella y vos, vos y vos.
Y no se resuelve, pasa la vida y no se resuelve.
Sigue el hambre, la violencia de los poderosos arrecia y ella que se arrepiente de no haberte dicho que sí, que quería estar con vos y no alejándose hasta que fueron los dos demasiado lejos uno del otro y con el hambre ahí y los poderosos matando, dominando, esclavizando y jactándose de que a ellos el paso del tiempo no los afecta.
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