Nada de lo que escriba perdurará, si no recordás alguna vez aquella tarde. Si te hundiste en la ciénaga matriz, en el bosque agudo, si pretendés que te escuchen con voces ajenas, si aquella tarde.
Aquel perro abandonado nos siguió como si fuera nuestro, por una caricia o por un hueso, por la compasión que luego no tuvimos.
Cómo hacer, sin tu memoria, que recuerdes aquella tarde. Cómo, sin vos, hacer que existas.
Nada de lo perdurable será escrito por mí.
Nada que no leas ya, si aquella tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario