El destino de los pueblos parece estar en manos de imbéciles. Los países poderosos pretenden que el despreciado tercer mundo pague la fiesta financiera, la secular expoliación de sus recursos, la fuga de capitales, las aventuras coloniales, la desaforada opulencia en la que han vivido y viven todavía. El FMI, gendarme financiero que condujo a la ruina y a la fragmentación social a nuestra América latina, sería ahora el "policía bueno", el vigilante insomne de desvaríos tales como pretender que todos coman, se eduquen, trabajen, luchen, resistan.
El poder de la imaginación
Hace 6 días
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