domingo, febrero 15, 2009

MÁS SOBRE TARTAGAL








La ciudad que hoy convoca a la solidaridad por la tragedia vivida está situada a unos dos mil kilómetros de Buenos Aires, enclavada en la selva subtropical salteña, cuya riquísima variedad de bosques está sufriendo la tala motivada por intereses económicos -entre otros, y no el menor, los cultivos de la siempre rentable soja-, que ha reducido este verdadero paraíso natural a una cuarta parte del existente hace menos de veinte años, y que, se afirma, sería la causa de las fuertes tormentas que desencadenaron la reciente tragedia.
Tobas, mocovíes y otras culturas son los habitantes originarios de la región. Poco queda de esas culturas, aunque sorprende la firmeza con que sus miembros sobrevivientes resisten el avance de otra cultura -la nuestra- que no respeta tradiciones ni saberes que no sean los propios.
En zonas cercanas a Tartagal surgió hacia la década del ´60, bajo la presidencia de Arturo Illia, un movimiento guerrillero guevarista, liderado por un periodista argentino que había estado en la Sierra Maestra cubana y regresó encandilado por aquella experiencia. La pretensión de reeditarla en Salta fue un fracaso absoluto, se llevó vidas humanas y jaqueó a un gobierno democrático ya debilitado por la proscripción del peronismo y el acoso golpista.
Tartagal es una ciudad de menos de 50 mil habitantes. Tuvo su "esplendor" al calor de la industria maderera y de la petrolera en la vecina localidad de General Mosconi, donde funcionan pozos y destilerías de YPF, la hoy Repsol, que el gobierno de Carlos Menem entregó a España por monedas -que nunca llegaron al pueblo del norte de Salta-.
Los hoy famosos "piquetes" de cortadores de ruta tuvieron su origen en la lucha de los trabajadores petroleros y de todo el pueblo de General Mosconi, que vieron caer sus fuentes de trabajo y enfrentaron a un gobierno y a una sociedad que sólo se preocupaba por viajar a Miami o a Europa, para "comprar barato" gracias al perverso sistema de convertibilidad monetaria entonces vigente.
Hay muchos tartagales en la Argentina, afirmó la presidenta Cristina Fernández al visitar la zona del desastre. Lo que queda claro es que los seguirá habiendo si los argentinos -tan habituados a la descalificación mutua, montados en una soberbia que nuestra historia de fracasos y retrocesos no avala- dejamos de mirarnos al espejo de un narcisismo decadente y empezamos a tratar de reconocernos en el prójimo, en el que más sufre: en la mayoría de nuestros compatriotas.

Si querés ayudar, podés.
http://redes-solidarias.org.ar/noticias.php

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