Jorge Olivera Róvere detesta ser fotografiado y esa repulsión parece haber contagiado a los jueces que lo han sentado en el banquillo.
Este hoy anciano general fue segundo de Guillermo Suárez Mason, jefe del Primer Cuerpo de Ejército, y tuvo a su cargo los centros clandestinos de detención existentes en la ciudad de Buenos Aires. Después de muchos años de impunidad, hoy es juzgado por cuatro homicidios concretos y 120 desapariciones.
El tribunal hizo lugar a los reclamos de sus abogados y prohibió la presencia de la prensa en la sala, así como que el reo fuera fotografiado. Sólo después de un incidente con un periodista gráfico, cuyo desalojo forzoso fue repudiado por la entidad gremial que lo respalda, sus señorías "autorizaron" que un reportero tomara imágenes de Olivera Róvere, desde atrás de un cristal blindado.
La razón invocada por los jueces es que no quieren que el juicio sea convertido "en una telenovela".
En materia de gustos televisivos no hay nada escrito. Tal vez sus señorías prefieran revivir en su juzgado aquella serie inolvidable que produjo, dirigió y actuó Narciso Ibáñez Menta: "Obras maestras del terror".
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