La Mona y Rodrigo
El llamado "cuarteto" es la música popular cordobesa. Nacida, según algunos estudiosos, de una mixtura del pasodoble con otros ritmos, y ejecutada, por lo menos en sus orígenes no tan remotos -cuatro o cinco décadas-, de a cuatro.
Bien de abajo, bien pegadiza y bailantera, se puso de moda un tiempo en las tilingas clases media y media alta. Pero la fiebre se les pasó tan rápido como la indignación del 2001, cuando el corralito. Y los cordobeses de abajo siguieron bailando a su compás. En miles de clubes de barrio y salones de pueblo, levantando polvareda, al ritmo de la Mona Jiménez, su máximo cultor, o de Rodrigo, otro ídolo al que la muerte prematura convirtió casi en santo.
La Mona y Rodrigo tienen temas que ponen la piel de gallina, que arremeten contra el sistema desde el candor y la furia de sus principales víctimas, los trabajadores, los estudiantes pobres, las sirvientas, los peones de campo, los que la yugan y la sufren todos los días.
El paradigma de los temas cuarteteros es, sin embargo, bien fiestero. Se llama "Quién se ha tomado todo el vino" y dice, si la memoria no me falla: Quieeeén... se ha tomado todo el vino ajajá... quieeeeénn... se ha tomado todo el vino ajajá... quieeeén... El vino al que alude es, no hace falta aclararlo, de cepa tetrabrick.
Es cierto que cada baile cuartetero tiene sus polvaredas y de vez en cuando alguno va a parar al hospital, a la comisaría o al cementerio. Apuros y confusiones del "tetra", infidelidades desatadas al efusivo ritmo cuartetero.
No es menos cierto que los mejores vinos y el más exquisito champán le pone graduación alcohólica a conspiraciones políticas y matanzas aterradoras, en alfombrados despachos y salones de supuesta alcurnia.
Así, mientras los cultos y los ricos se interrogan sobre el modo de acumular la riqueza de las naciones o el origen de Dios y del universo, el pobrerío cordobés sólo insiste en su pregunta sin respuesta: quién, pero quieeeénn... se ha tomado todo el vino.
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