
Ya casi no hay cronopios. O no los encuentro. Tengo la sensación –tal vez errónea- de que se están extinguiendo. De que están perdiendo el combate perpetuo contra los famas. Cada vez hay menos prótidos, además o ademenos. Proliferan los glúcidos y, sobre todo, mucho lípido.
Sueño -en plenilunios de insomnio- que
Entre ese dónde y ese qué se sostiene el alambre sobre el que cruzo –solo, por fortuna para tanto bienpensante- mi intransferible vacío.
Qué lejos estamos, querido J.C., de volver a dar la vuelta al día en ochenta mundos.
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