martes, julio 27, 2010

PASIONAL

Ayer se cumplieron 58 años de la muerte de Eva Perón. Las notas y comentarios publicados en la prensa la recuerdan como el mito en el que luego se convirtió. Pero antes de morir fue una mujer. Joven, bella, desafiante, luchadora y comprometida en su combate político con los pobres de esta tierra.

El odio que cosechó en vida por parte de los más ricos y de los idiotas de siempre ayudó tal vez a llevarla a la tumba en plena juventud. Imaginate: una mujer. Y en el poder. La izquierda de la época la combatió miserablemente, con la ceguera propia de los fundamentalistas de cualquier religión o dogma.

Claro que Evita no era marxista leninista, ni Perón un émulo anticipado de Mao Tse Tung. Ella era una actriz poco menos que principiante, tal vez poco talentosa. Él, un milico golpista y filo fascista, que se avivó a tiempo de que la guerra mundial había terminado.

Se la odió tanto, a Evita, que cuando enfermó, en algunos muros de Buenos Aires apareció una pintada siniestra: Viva el cáncer.

Y se la amó tanto que aún hoy, en hogares humildes de villas miserias y de barrios pobres o no tanto, se la venera como a una santa.

Está de más decir que no lo fue. Que desde el poder, efímero pero pasional, que ejerció, intentó cambiar algo de la ominosa realidad argentina.

Evita vive, rezan hoy todavía algunas pintadas de extramuros.

El cáncer no pudo con ella.


4 comentarios:

  1. ¿Por qué la izquierda es, tantas veces tan cegata?

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  2. Bueno, bueno, amigo, aquí le salió el Orsi popular. A mí las vírgenes que más me gustan son las vírgenes putas, ya lo sabe.

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  3. Jesús, cuando vengas a la Argentina te explico el peronismo.
    A ti, Maga, no te explico nada.

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  4. graciela al dente28 de julio de 2010, 6:50

    El peronismo no se puede explicar es una religión y Evita su virgen

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