José Luis Muñoz, ganador del Premio Carmona de Novela Negra
¿Dónde acaba el paraíso y comienza el infierno? ¿Qué hay en el medio, qué zona gris que algunos confunden con la vida, qué zanja abierta en la existencia humana?
No son preguntas que Mike Demon se formule. No al menos de modo explícito o consciente. Sin embargo, es en la busca de esos límites, en la exploración atávica de su propio territorio, en lo que consume su opaca vida de corredor de seguros.
Mike Demon vive en Los Ángeles, California, aunque su oficio lo lleva por autopistas, rutas y caminos vecinales, atendiendo a una clientela variopinta, para regresar siempre, al cabo de sus jornadas de trabajo, a la tibieza del hogar, a los brazos de su esposa Suzanne, al mundo conocido de un típico hogar medio americano.
Ocasionalmente, este viajante cruza la frontera. No cualquier frontera, sino la que divide al primer mundo del tercero. No hay segundos mundos, cabe aclararlo, ni para el protagonista de esta novela ni para la arbitraria y feroz clasificación que de las sociedades se hace en las alturas del poder. No hay zonas grises, no hay transiciones ni la posibilidad de adaptarse, como quien emerge de la profundidad del mar o cae desde la estratosfera.
En uno de estos viajes, Demon conoce a Carmela, una bella india mexicana a quien su propio hermano explota sexualmente. Como sucede en el despertar a la vida adulta, ella sueña con ser quien no es, con escapar, con cambiar su piel al otro lado de la frontera.
Parece ocioso aclarar que, al enamorarse de Carmela, el vendedor de seguros abre la puerta de su infierno personal, acomete una expedición para la que no está preparado, se margina de lo que hasta entonces ha sido su precario edén de pequeño burgués republicano. Da un primer paso, luego un segundo y al tercero o cuarto ya está atrapado, ya ha prometido más de lo que está dispuesto a cumplir, ya ha entrado en la red de la corruptela y la violencia que campean impunemente en los callejones y los prostíbulos de Tijuana.
José Luis Muñoz es un autor sorprendente. Diálogos y personajes absolutamente verosímiles, breves pero certeros trazos en la descripción de ambientes, y ya estamos metidos en su historia, compartiendo la desazón de Mike Demon con la misma intensidad que la esperanza entre ingenua y perversa de Carmela. Hay libros que uno cruza despacio, con una lectura minuciosa y lenta, buscando sus recodos para detenerse en éste o aquel capítulo. Este ejercicio de lector paciente no es posible, no lo es desde la primera página, en “La Frontera Sur”, una novela que no permite otro abordaje que la entrega a su potente historia de amor y de violencia, a sus exuberantes personajes que, como si actuaran ya por su cuenta, tejen la trama de una historia atrapante, de un vertiginoso viaje al fin de la noche que ya no es posible abandonar hasta la última página.
No hay zonas grises, decía. No hay sosiego cuando se cruzan los abismos que nuestra civilización no sólo tolera sino que promueve con obscenidad. En su tanteo en la oscuridad, Mike Demon tropieza una y otra vez con eso que se interpone obstinadamente entre su confortable existencia y la felicidad. Sus propias limitaciones –y las de su entorno: una sociedad opulenta e indiferente que no atina a ver el mundo más allá de sus coquetos jardines- lo atrapan como un cepo, lo inmovilizan en unas celdas tan cerradas y en un mundo tan violento como aquél, al otro lado de la frontera, aunque con otros códigos.
“La Frontera Sur” habla de esto, con escenas de ritmo y resolución cinematográficas, sin efectismos, abandonando a sus personajes a la suerte que ellos mismos juegan como fulleros sin respaldo. José Luis Muñoz escribe sin manierismos, con eficacia demoledora, a puro contragolpe. Como un boxeador acorralado, saca fuerzas de la desesperación de personajes y situaciones sin salida, y encuentra una que los lectores disfrutamos: la de la mejor novela negra. Y gana por nocaut.
Editó Almuzara.
Totalmente de acuerdo, leí el libro y me encantó. José Luis Muñoz es uno de los escritores españoles con mayúsculas. Y algún día la gente se dará cuenta. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Y qué digo yo tras esta sarta de bellas y elogiosas y merecidas palabras de mis antecesores?
ResponderEliminarPues, eso: Enhorabuena y que te seguiré.
Un fuerte abrazo, querido amigo, desde la otra orilla, y mis felicitaciones, por escrito, a ese premio Hammeth tan merecido.
ResponderEliminarPaco, creo que la gente ya está dándose cuenta de la valía de mi admirado amigo José Luis.
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