Dios no necesita defensores. Ni fieles. Porque se basta a sí mismo y no acepta consejos ni críticas.
El Diego no es Dios. La gente que lo quiere tampoco es boluda. No pretende reemplazar al que te jedi por un jugador de fútbol. Lo quiere, simplemente. El Diego viene de abajo, subió y subió hasta ese lugar de arriba en el que ya no hay aire. Ni para Él, imaginate. Después, y porque estaba vivo, se vino abajo, a ver si por lo menos respiraba. Lo dieron por muerto. Fue el peor de los mortales muertos, ejemplo para nadie, lo tumbaron, lo clavaron a la cruz berreta de los oportunistas, lo dejaron morir.
Pero el Diego resucitó. No al tercer día. No con el auxilio del Poder Celestial, así cualquiera resucita. No había nacido en Nazareth, el Diego, sino en una barriada muy pobre de los suburbios de Buenos Aires. No era hijo de José y María, ni hubo vírgenes en su historia. Sólo potrero, picados, la ilusión de jugar alguna vez en un estadio de los grandes.
Tanto resucitó el Diego que le ofrecieron dirigir la selección nacional de fútbol y aceptó. No le fue de diez, al Diez. Pero clasificó, bajo la lluvia, y demandó del feroz periodismo de siempre que se la chuparan.
Vino el Mundial. En la Sudáfrica trucha de Shakira: esto es África, canta meneándose al compás de una melodía plagiada, la nuera del que se fue en helicóptero. Y el resto es historia conocida.
Ahora ya volvieron, el Diego y sus jugadores millonarios. Los masacró la Luftwaffe. Ahora Dios está de nuevo en la picota y probablemente vuelvan a crucificarlo.
A quién le importa. Alguna vez “le cortaron las piernas” y siguió corriendo. Son cruces de sal, las que le construyen sus enemigos, esos a los que no les gusta cómo es Diego, cómo habla, cómo trata a la prensa –a ellos-, ¿quién se cree, Dios?
Puede ser. Por eso la gente, los humildes y muchos que no lo son, seguirán resucitándolo.
Esto es África.
La verdad, soy de los que este tipo no me cae bien. Lo admiré cuando jugaba. Creo que en el el mundial ha dado clases de cómo debe comportarse un bocazas. Allá él con su rollo. Estoy de acuerdo en que subió y bajó y de que era un pibe pobre y demás. Pero de ahí a no saber comportarse y ser un maleducado allá donde va, pues hombre, media un abismo. Saludos.
ResponderEliminarSiamo tutti Africanos.
ResponderEliminarR. El grone del Mondongo. Addio.
Para nosotros, Maradona no es una religión y, quizá por eso, termina siendo cansino, a través de su proyección mediática. Pero sí. Tras cada palo, externo o autoinfligido, vuelve. Y eso, tiene mérito.
ResponderEliminarCómo teniéndolo todo se puede ser tan resentido...Maradona es Argentina parece boutade pero es metáfora.un saludo nublado per tutti
ResponderEliminarFelicitaciones por el premio Hammett. Espero poder conseguir el libro pronto, pese a que vivo en EE.UU. Por cierto, no sé si habrás visto esta buena reseña de Nadie Ama a un Policía que apareció hace poco en The Independent. A pesar que no me gustan mucho los diarios británicos, éste suele publicar críticas interesantes (aparte de darle tribuna a Robert Fisk, uno de los pocos periodistas serios que cubren el Medio Oriente):
ResponderEliminarhttp://www.independent.co.uk/arts-entertainment/books/reviews/no-one-loves-a-policeman-by-guillermo-orsi-trans-nick-caistor-2003227.html
Abrazozonon Flaco.
ResponderEliminarFelicitaciones y siga pa'lante.
Rodolfo el del Barrio El Mondongo. RJA.