domingo, junio 26, 2011

RIVER



No entiendo al fútbol “profesional”, sus leyes no escritas, sus códigos mafiosos, las relaciones de poder que se esconden tras la defensa de un equipo, de unos colores.
Mi padre era de River –el que hoy se fue a la “B”. Recuerdo que me llevaba a la cancha, cuando los equipos de primera división sólo jugaban los domingos. Yo era pibe y, si bien jugaba en el potrero, como espectador en la cancha me perdía, me distraía, la tribuna no es el plasma, hay que estar muy atentos allá arriba, y los adultos me tapaban, mal podía anticiparme a una jugada si apenas veía cabezas, brazos en alto, banderas.
Los campeonatos duraban un año casi completo, el campeón era campeón y para el que se iba al descenso porque durante todo ese año no había embocado ni una, no había “promociones” ni segundas oportunidades. River era de los grandes, su estadio era el más grande, todo era grande entonces, menos yo, que apenas podía ver los partidos y saltar y gritar cuanto todos a mi alrededor gritaban goooooolll…
Mi viejo murió, yo tengo hoy más años de los que él tenía cuando me llevaba a la cancha. Como no tengo hijos ni voy ya al estadio, no tengo a quién llevar.
Pero tal vez miento, hoy he ido. Salí temprano, con el viejo, y llegamos al Monumental cuando ya el partido había terminado y la hinchada se iba entristecida, mientras los violentos hacían su trabajo para los diarios.
-Perdimos, viejo- le digo, -nos vamos a la B.
Me mira, el viejo, nublada la vista y dice:
-No veo nada desde acá, hijo. Estamos tan lejos.

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