sábado, marzo 17, 2012

AMANECERES


Sábado.
Me acabo de levantar al alba, hoy llega una amiga de visita y el bondi en el que viaja llega endemoniadamente temprano.
Silencio absoluto, grillos y sapos ya acabaron su juerga nocturna, los pájaros todavía remolonean en sus nidos.
Canta un gallo, lejos. No es el gallo negro del fascismo ni el rojo de la República española, es el gallo cojo y ciego de un vecino, para el que amanece a cada rato, incluso a la caída del sol.
Como Borges, este gallo apuesta a ser el centro de un mundo especular, una vasta sucesión de imágenes que, siendo la misma, son el universo.

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