martes, marzo 27, 2012

ABRÁZAME ASÍ...


Nada me hizo saber que te vería esa noche. Ningún presentimiento, ninguna vieja foto, ninguna charla con amigos comunes. Ni siquiera la nostalgia, esa empecinada visitante nocturna, llamó esta vez a mi puerta.
Estaba solo, ya sin esperarte. Ya desde hace tanto sin esperarte, solo.
Me habría gustado abrazarte, mirarte a los ojos, esperar la respuesta que nunca me diste, tener el tiempo juntos que entonces nos negamos.
No pudo ser.
"Es ella", le dije al policía. "Y sí", confesé: "fui yo".
Me llevaron sin siquiera interrogarme.
El juez tardó una semana en tomarme declaración. Estaba de vacaciones en México, "con la hija de la occisa" -me confió él mismo-: "Era una mujer muy rica. Y la piba, hija única. Gracias".
Nunca habían visto en un juzgado a un juez abrazarse con el reo.

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