martes, abril 06, 2010

PADRE SÁBATO

Se estrena por estos días un documental sobre la vida de Ernesto Sábato, rodado por su hijo Mario. He visto algunas secuencias y, más allá de la opinión que se tenga -y que tengo- sobre la conducta de Sábato durante la dictadura -él, Borges y el cura Castellani almorzaron con Videla-, no pude reprimir cierta melancolía. Su novela mayor, "Sobre héroes y tumbas", fue una obra "fundacional" -como se dice ahora- de mi necesidad de compartir mi adolescente amor por las historietas y el cine de vanguardia -dos experiencias estéticas que convivían en mí sin pudor- con la literatura.
Más tarde, y al calor de la moda revolucionaria de los setenta, iría descubriendo a otros escritores más comprometidos con lo social, más "inmediatistas" en sus tramas, de amores y pasiones más cotidianas, alejados en su mayoría de los túneles de ciegos y otros desbordes de la metafísica sabatiana. Tardaría, sin embargo, en aceptar que el magnetismo de la literatura no está en sus tramas sino en el entretejido de la prosa.
Las contradicciones de Sábato son tan reveladoras de una personalidad compleja y apasionante como su literatura. No me atrevo hoy a juzgarlo, como sí lo hice en su momento, por haber aceptado el convite de un tirano mientras Rodolfo Walsh era acribillado en pleno día en Buenos Aires o un destrozado Haroldo Conti agonizaba en los sótanos de la dictadura. ¿Era ése "El poder de las tinieblas" con el que Mario Sábato tituló su adaptación cinematográfica del "Informe sobre ciegos"? ¿O abrigaba Ernesto Sábato la esperanza de almorzar con un milico menos cruel de lo que parecía, tal vez creyendo que podría, entre plato y plato, interceder por la vida de algún colega, o de alguien que no lo fuera, de morigerar la matanza, de cambiar el rumbo de aquel plan diabólico de exterminio?
Recuerdo, cómo no recordarlo, el trasiego desesperado de los soldados de Juan Lavalle, cruzando la Quebrada de Humahuaca, cabalgando hasta la extenuación hacia la frontera boliviana para poner a salvo el cuerpo del jefe asesinado en San Salvador de Jujuy. Ese viaje a la nada es una de las zonas más bellas y tristes de "Sobre héroes y tumbas", un libro, una novela, una ficción escrita por alguien que antes de novelista fue científico.
El film de su hijo Mario rescata imágenes del Sábato familiar, el padre, el jefe de una familia necesariamente singular, el hombre pensante, grandilocuente en sus intervenciones públicas, hábil polemista, ilustrado pensador ante cuya figura empequeñece tanto "filósofo" de ocasión que hoy ofrece su mejor perfil a las cámaras de televisión.
Cuando Sábato entregó el informe "Nunca más" al presidente Alfonsín, el país entero contuvo el aliento. Pocos, demasiado pocos, leyeron luego ese manual del horror. No lo había escrito Sábato, sólo le tocó presidir una comisión investigadora, la CONADEP, que durante meses entrevistó a las víctimas de la carnicería llamada Proceso de Reorganización Nacional. Sin embargo y durante mucho tiempo, aquel libro fue conocido como el "Informe Sábato".
Así era Sábato, tal vez fuera el protagonista de una novela no escrita, la de su contradictoria vida que ahora lenta y penosamente está llegando al fin. Su hijo Mario recopila escenas y Ernesto recoge, en la penumbra de sus últimos días, laureles y espinas. Laureles ya quebrados por la indiferencia de tantos millones que han dejado de leer literatura, que nunca lo conocerán. Espinas todavía ensangrentadas, las de una memoria que no cesa con la muerte.

2 comentarios:

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