Woody Allen detesta la naturaleza, la violenta vida silvestre, prefiere Manhattan. Yo a veces coincido con él pero vivo en un pueblo pequeño, rodeado de pájaros y pajarracos, zorros y zorras, luciérnagas, víboras, arañas gigantes de las que sólo se ven cuando se bebe demasiado o cuando vivís por estos parajes, buenos amigos que te visitan muy de tanto en tanto e indeseables que pasan sin aviso previo a saludarte y se quedan varios días porque qué bonito es todo esto, seguro que acá podés escribir mejor (claro, en cuanto vos, tu mujer y tus hijos se las tomen). Ah, y cigarras en verano.
El mundo se sostiene en equilibrios perversos, necesariamente inestables, en el que los narradores de Dios hacen su agosto.
El neoyorquino siempre dijo que iría a la playa cuando la asfaltaran, esforzándose en mantener vigente su acérrima condición de urbanita recalcitrante.
ResponderEliminarLos equilibrios perversos permiten que tengamos aristas. Lo contrario, el equilibrio no imposible, supone, aparte de un desprecio a la versatilidad vital,un modo seguro de aburrir al prójimo.
Un saludo.
Lo contrario es religión. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarAún cuando muchos libros de autores paisanos rellanan mis estanterías, no había tenido la oportunidad de leer ningún título suyo.
ResponderEliminarEsta mañana, continuando un recorrido comenzado hace un par de días, puede encontrar "Nadie ama a un policía". Hizo falta que visitara 6 librerías madrileñas para ello pero, a buen seguro, valdrá la pena.
Un saludo.
PD: por estos pagos, la gente tiene poco criterio literario, y anda únicamente interesada en Stieg Larsson y Dan Brown.
El sueco y el yanqui me dan mucha envidia por la pasta que ganan, no por lo que escriben ni cómo lo hacen -en el caso de Dan Brown.
ResponderEliminarEspero que te guste la novela.