viernes, noviembre 13, 2009

Más boludeces de los escriboludos


Los escriboludos no bajan de sus pedestales de cartapesta para leer autores contemporáneos, nada de eso. Cuando adquieren cierta notoriedad -y por lo general lo logran, gracias a relaciones personales de conveniencia y oportunismos varios-, citan sólo a Joyce, a Onetti, a Kafka, a Borges, a Saer, a todos los muertos. No vas a encontrar a un escriboludo diciendo en público ché, qué autorazo es Argemí, qué grande ese chango Biedma, qué notable la Fallarás, nada, nadie que crean que podría hacerles sombra en una editorial o en un precocido premio literario.
Los escriboludos escriben por lo general a cuatro o seis manos con sus editores y siempre novelas. Es lo que demanda el mercado y en esa iglesia se prosternan. Pero no cualquier novela sino mamotretos desde 600 páginas hasta el infinito. Por lo general se trata de "sagas", historias familiares que "retratan una época", gestas de caudillos sanguinarios y de sus espurios descendientes, "radiografías de una sociedad". Son abusivos con el lector que reverencia las sugerencias de críticos tan boludos como los escriboludos, los obligan a tragarse esas cápsulas pestilentes, nada más que para que luego los lectores puedan comentarlo en sus reuniones sociales.
Los escriboludos son a la literatura lo que el spam es al correo electrónico.

1 comentario:

  1. Agradecida, compañero.
    En cuanto a los escriboludos, su característica principal es que no están. No hay nada de ellos en lo que escriben, no sacan las tripas, seguramente porque no se atreven a mirárselas, ni el corazón si lo tuvieran, ni la hondura de las dudas, que para tenerlas hay que echarle cojones. Quizás no responden por eso mismo, porque no existen.

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