Encargo de catálogo para Mambo: entrar en una barbería y liquidar al que en ese momento se esté afeitando. Escena típica del cine negro en blanco y negro, no puede fallar. La hora, seis y cuarto de la tarde, el día, martes –todos los martes, el capomafia de Almagro se hace afeitar, tal vez porque cada noche de martes se reúne con sus gerentes y las respectivas mujeres-. Sólo los mafiosos se afeitan en las barberías, le dijo el que le dio el encargo.
Llega Mambo, puntual, a la dirección indicada. ¿La barbería? La cerraron hace veintiocho años –le informa un viejo desdentado, vecino de Almagro desde que tenía dientes (de leche).
¿Por qué le pagarían por una misión imposible? Llama por el móvil al quía que lo contrató: me quedo con el anticipo –le dice-, para los gastos. Pero acá no hay ninguna barbería, sólo un almacén, y está cerrado.
Golpeá, boludo, que ya es la hora. Pero me pagás el resto –Mambo. ¡Te pago el doble, golpeá la cortina metálica!
Obedece, Mambo. Es buena guita y cada loco con su tema. Golpea y la cortina metálica empieza a levantarse. Lo que parecía un almacén –un estridente cartel rojo anuncia “La Buena Estrella – Despensa”, se revela como una barbería idéntica a la de las películas. Mambo entra y ahí está el mafioso, la cara rebosante de crema como baba de perro rabioso. Dispara tres veces y se va, el barbero, italiano, se queda gritando mamma mía mamma mía mientras se agarra la cabeza. Mambo se aleja por la calle empedrada, el celular le hace cosquillas en las tripas. Listo el fiambre, responde en vez de decir hola: ¿me va a pagar el doble?
Carcajada, al otro lado, Mambo la siente como si le escupieran en la oreja: ¿Por balear a un muerto? Conformate con el anticipo.
A veces pasa, que le paguen menos. No es mala guita, sin embargo, no vale la pena reclamar por monedas, se correría la voz y dejarían de contratarlo para trabajitos metafísicos, los barrios son como pueblos chicos y Almagro no es la excepción.
Llega Mambo, puntual, a la dirección indicada. ¿La barbería? La cerraron hace veintiocho años –le informa un viejo desdentado, vecino de Almagro desde que tenía dientes (de leche).
¿Por qué le pagarían por una misión imposible? Llama por el móvil al quía que lo contrató: me quedo con el anticipo –le dice-, para los gastos. Pero acá no hay ninguna barbería, sólo un almacén, y está cerrado.
Golpeá, boludo, que ya es la hora. Pero me pagás el resto –Mambo. ¡Te pago el doble, golpeá la cortina metálica!
Obedece, Mambo. Es buena guita y cada loco con su tema. Golpea y la cortina metálica empieza a levantarse. Lo que parecía un almacén –un estridente cartel rojo anuncia “La Buena Estrella – Despensa”, se revela como una barbería idéntica a la de las películas. Mambo entra y ahí está el mafioso, la cara rebosante de crema como baba de perro rabioso. Dispara tres veces y se va, el barbero, italiano, se queda gritando mamma mía mamma mía mientras se agarra la cabeza. Mambo se aleja por la calle empedrada, el celular le hace cosquillas en las tripas. Listo el fiambre, responde en vez de decir hola: ¿me va a pagar el doble?
Carcajada, al otro lado, Mambo la siente como si le escupieran en la oreja: ¿Por balear a un muerto? Conformate con el anticipo.
A veces pasa, que le paguen menos. No es mala guita, sin embargo, no vale la pena reclamar por monedas, se correría la voz y dejarían de contratarlo para trabajitos metafísicos, los barrios son como pueblos chicos y Almagro no es la excepción.
Se palpa el arma, en la sobaquera: las balas de fogueo recalientan tanto como las verdaderas. Cada vez que ejecuta a alguno, los pistoleros del pasado se retuercen en sus tumbas, sentimentales de mierda.
Flaco, feliz Pascua para Mambo, me imajino es un gran rompedor de huevos.
ResponderEliminarMuy bueno .38.
Aguante KK.
Saludos de R.
Gracias, cumpa. Siga domando colibríes, para cuando el que te jedi regrese con su compañera y crías. Hay que demostrales "a los europeos" que el Sur también existe.
ResponderEliminarFelices pascuas (sin carapintadas, con mucho huevo)