Tres muertos por la policía en una ciudad que alguna vez fue emblema turístico de la Patagonia, que tuvo luego un crecimiento exponencial de su población y sus consecuencias: marginalidad, desamparo, déficit habitacional en una zona donde las temperaturas medias son rigurosas. San Carlos de Bariloche pasó de ser la atracción principal de la bellísima zona lacustre del sur andino, a convertirse en una ciudad cuya infraestructura y capacidad de absorción de mano de obra fue desbordada por la realidad.
Hoy atrae básicamente a contingentes de estudiantes en viajes “de fin de curso”, en tanto otros centros turísticos se benefician con el turismo consumista de los que visitan el sur argentino cuando les resulta más barato que viajar a Miami o a la Polinesia. Como Mar del Plata, Bariloche entró desde hace años en una lenta decadencia, sin encontrar un destino alternativo. Lejos de los puertos, sin ferrocarril –fue desmantelado por la “revolución productiva” de Carlos Menem-, ofrece a los ojos de cualquier observador la dicotomía de toda ciudad latinoamericana: la zona residencial y hotelera, que se extiende sobre la costa del lago Nahuel Huapi, y los barrios pobres de la trastienda, en los que se hacinan trabajadores ocasionales, mano de obra golondrina y familias enteras que llegaron atraídos por los cantos de sirena de la “industria sin chimeneas”.
Como tantas otras ciudades, Bariloche tiene su “policía brava”, la que hace del gatillo fácil su escala de valores para mostrar a los ojos del ciudadano medio su empeño en combatir al delito, mientras opera en la trata de blancas y el tráfico de drogas con la impunidad del poder territorial.
Un hecho menor, como tantos otros, sirvió para que esta policía desenfundara su poder de fuego, primero contra un sospechoso de robo y luego contra quienes salieron a manifestarse en contra de la barbarie policial.
Tres muertos, tres adolescentes, tres pibes que encontraron la muerte en una de los rincones más bellos de la Argentina.
Bariloche tiene una leyenda, la del “Cuero”, un monstruo antediluviano que viviría en los fondos del Nahuel Huapi y que se muestra cada tanto a los ojos despavoridos de los pocos que dicen haberlo visto. No hay fotos del Cuero. Sí las hay de los asesinos de los tres pibes, la policía del gatillo fácil, ese monstruo que no sale de las aguas heladas de un lago sino de las páginas más tenebrosas de la historia reciente de la Argentina.
Sigues el hilo y terminas en los sótanos de la dictadura, el veneno es recidivante, parece que no está pero ahí sigue... y no es el Cuero,cuando te leí me acordé de la peli el bonaerense...
ResponderEliminarY encima parte -no sé cuánta pero no son pocos- de la población de Bariloche apoya a esa policía.
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