jueves, agosto 20, 2009

LA MADRE DEL BORREGO


En el origen, la palabra. Y el dinero.
Dos símbolos. La palabra, núcleo celular del lenguaje. El dinero, de la apropiación de la riqueza.
Porque si antes de la palabra, el ser humano se entendía por gestos y gritos, antes del dinero, trabajaba para obtener su alimento. El trabajo y el lenguaje se volvieron más complejos, la humanidad crecía y se multiplicaba, a pesar de las guerras -primero tribales, luego nacionales, por fin mundiales-. Unos pocos, más avispados que otros muchos, encontraron a la madre del borrego, un modo de vivir mejor que los que trabajaban: inventaron la guita, la pasta en billetes o monedas. Con ella lograron apropiarse del valor de lo que otros creaban. O sea, riqueza: alimento, pilcha, bienes varios, lujo, sexo, droga y roncanrol.
Por eso la guita se ve y dura poco entre los pobres, y se queda a vivir entre los ricos. Con el avance cibernético, los billetes y las pesadas monedas fueron reemplazados por ágiles archivos informáticos, tan ligeros para engrosar cuentas en paraísos fiscales como para volar a nidos más seguros, cuando la cosa se complica -como sucedió hace poquito-.
El dinero es entonces lo que representa. Hoy, como sucede con los diarios y pronto con los libros, ya casi no necesita del papel. Pero atenti: billetes, o archivos, sin respaldo, son sólo eso: billetes y archivos. La última crisis -de la que Francia y Alemania anuncian alegremente estar saliendo- fue, es, eso. Tocata y fuga, vacío y esperpentos. El aluvión de guita con el que se sale de la crisis es de papel y archivos, y monedas para el cambio. Los países desarrollados -los ganadores- tienen la máquina. La enchufan y dale que dale, salen billetes.
La Argentina, en 2001, se fue a donde se fue porque le faltaron unos 20 mil millones de dólares para quedarse a flote. Unas cuantas vidas se habrían salvado y unas muchas no habrían perdido la esperanza. Pero este país es del quinto mundo, no tiene la máquina. O sí, tiene una, pero es trucha: cuando empieza a carcajear pesos argentinos, los vecinos, los grandes y los chicos, todo el mundo se caga de risa. Papelitos de colores. Y si el gobierno de turno pretende regar la quemada huerta con esos papelitos, dárselos a los pobres para que coman o a los bancos para que se los encanuten, zas: se dispara la inflación. Es lo que pasó en 1989, cuando un "golpe de mercado" nos puso boca abajo en el piso, cuando los precios de los alimentos se multiplicaban minuto a minuto y los "ahorristas" no paraban de mandar sus dólares afuera.
El FMI podría haber evitado ese desastre con sólo autorizar un "pase". Ni siquiera hacía falta que desembolsara un dólar de los miles de millones que se han llevado del tercer mundo los ricos de acá y de allá en concepto de intereses por préstamos mucho menores, usura, que le dicen. Bastaba un gesto, un pulgar hacia arriba, up, para ponerle un freno al pánico. Pero fue down.
El mundo es injusto, canalla, diría. Y todavía hay gente, iglesias, ONG´s, políticos, cretinos al por mayor que se escandalizan por la pobreza. Pilotos de bombarderos que después de sus heroicas misiones aterrizan y bajan a pasear entre escombros diciendo qué barbaridad, quién lo habrá hecho.

2 comentarios:

  1. Hola Flaco estoy perseguido por los numeros.
    22 del 08 Trelew.
    16 del 08 Woostock 40 años.
    15 del 08 Los Beatles cruzan la calle 40 años.
    16 del 08 Elvis salio de gira 32 años.
    Soy modelo '49 en septiembre 60 años.
    Por suerte Amanece que no es pocO.
    Salud Kalamuchita, OjO con el fuego.

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  2. Salud, compañero: usté es un pendejo (por lo menos hasta septiembre). El fueguito estuvo cerca, a unos cien metros cien, pero soplamos fuerte todos y se fue para el otro lado.
    Abrazos a la barra mondonguera, viva el fóbal para todos.

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