Esto de escribir en los muros
no lo inventó facebook, viene de lejos.
De la infancia, cuando con
una brocha y cal escribía “te amo, María Laura”, para bochorno incandescente de
la nombrada que a partir de ese día –en rigor, una tarde de verano- daba un
rodeo de varias cuadras para no pasar frente al muro.
De la adolescencia, cuando
con dos o tres compañeros de aula escribimos “muera el profe de matemática”,
con lo que nos aseguramos arrastrar esa materia hasta nuestra ardua graduación.
De la juventud, cuando escribíamos
“Perón vuelve” con la V
de la victoria siempre y creíamos que con el regreso del que te jedi se venía
el socialismo.
María Laura, el profe y Perón
me jodieron la vida.
De los tres, sólo extraño a
la primera, sus ojos claros y el beso que no pude llevarme conmigo.
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