Da gusto sentarse a leer y descubrir que vale la pena. Que esta vez no usaremos cualquier excusa para distraernos, ni que será necesario, al retomar el libro, repasar lo leído porque en apenas unas horas hemos olvidado lo que su autor nos estaba contando.
Digo esto porque me dio gusto sentarme a leer “1969”, de Jerónimo Tristante. Y aumentó mi placer con cada nueva página que, en un estilo directo, sin alambiques, me permitió trasladarme a la España franquista, en una época donde la transición no era siquiera imaginable y en la que el llamado “mundo occidental” se arrodillaba ante los altares de la carrera espacial a que se habían lanzado las dos grandes potencias emergentes de la Segunda Guerra, Estados Unidos y la entonces URSS.
Julio Alsina, el protagonista, es un policía al que no le ha ido nada bien en la vida. Abandonado por su mujer, carga sobre sí la doble humillación de haber sido engañado y de no poderse divorciar de la infiel. El alcohol está apurando ya su autodestrucción cuando un raro suicidio lo pone en carrera de una investigación que, de a poco, le irá devolviendo la autoestima perdida.
Toda la historia que nos cuenta Tristante gira en torno de esa investigación. El lector de novela policial tradicional o el adicto a la más ortodoxa novela negra tienen, en ese sentido, asegurada diversión. Pero además, y también a lo largo de toda la historia, descubrimos a un personaje en lucha con sus fantasmas interiores, en avances y retrocesos, en una pugna constante que lo enriquecen y dan intensa carnadura a la tensión dramática que enhebra toda la novela.
“1969”, de Jerónimo Tristante, es uno de esos buenos libros que uno no quiere acabar ni quiere ser interrumpido mientras dura su lectura. Diría que, acudiendo al lugar común, “puede leerse de una sentada”. Pero yo prefiero la lectura lenta, el disfrute de unas memorables páginas en las que la intriga de todo buen policial se rodea del clima perfecto. En este caso, una España que no acusa recibo de la efervescencia social derivada en América de la revolución cubana y en Europa de las revueltas del mayo francés de 1968, y en la que sólo cuentan los actos oficiales y la omnipresencia de los últimos pero feroces años del terrorismo de estado.
Con ese telón de fondo, y con el aditamento de la aventura del espacio, se ha escrito mucha teoría política y abigarrados tomos de análisis social. El talento de Jerónimo Tristante evita esos riscos y navega en las aguas calmas pero procelosas del último fascismo español, con una historia potente, melancólica, inolvidable.
MAEVA Ediciones, 395 páginas en su edición de bolsillo