Eterna Cadencia ha reeditado
las novelas de dos suicidas, Jorge Barón Biza y Salvador Besnedra. Ambos libros
fueron aparentemente los únicos escritos por sus autores, que eran periodistas.
Barón Biza perteneció a una familia cordobesa marcada por la tragedia, cuya
historia personal me fue narrada por alguien allegado a esa familia, aunque
tampoco es secreta para quien quiera informarse. Barón trabajó en diversos
medios y decidió poner fin a su vida luego de escribir “El desierto y su
semilla”. Salvador Besnedra escribió “El traductor”, novela que de ser
finalista en el premio Planeta de Argentina, fue a parar a los cargados
anaqueles del estudio de Daniel Divinsky, en la consabida “sala de espera” para
ser editado. Decisión que Daniel tomó luego de su suicidio, con magro resultado
de ventas.
No sé si celebrar la
resurrección de ambos escritores por esta editorial porteña, me suena más a
marketing que a reivindicación del talento.
Tal vez y una vez más me
equivoque, pero algo me cae muy mal en quienes hoy suben al podio de la crítica
literaria que mezquinaron o callaron en vida de sus autores.