miércoles, septiembre 26, 2012

ÚLTIMA VUELTA


La calesita giraba silenciosa en la medianoche porteña, barrio de Saavedra. Silenciosa y vacía, como la plaza entera y las calles que la rodeaban.
Te subiste con cierto pudor de pibe travieso. A tus cincuenta y largos, te abrazaste al palo mientras mirabas al elefante pigmeo, al ratón mickey, al avioncito, subir y bajar subir y bajar.
La vuelta se te hizo un poco larga, tal vez demasiado porque el calesitero no estaba y la sortija colgaba de la bocha abandonada. Pensaste en bajarte pero te dijiste por qué no otra vuelta, la última.
Y con la última vuelta cumplida te enfrentaste a ella que te ofreció la sortija y, lejos de jugar con vos para que no pudieras agarrarla, te entregó la bocha con la sortija que ni te atreviste a desprender.
Te encontraron allí mismo y alguien dijo que habrá que cerrar el parque por las noches, es desagradable que estos vagabundos duerman en los juegos y más aún cuando amanecen muertos.

lunes, septiembre 24, 2012

LOS HIJOS, LAS NOVELAS, EL TIEMPO


No he tenido hijos, tuve novelas.
Ni los hijos ni las novelas te llenan definitivamente la vida. Los primeros son una consecuencia de tu amor con una mujer y de las posibilidades que te da la biología de perpetuar la especie. Las segundas, una invención pura y solitaria, una decisión cultural de dar vida a seres y situaciones imaginarias que, en la mayoría de los casos, son barridos por el tiempo.
Pude haber tenido hijos y novelas, o hijos sin novelas, o nada de las dos cosas y ser valioso a mi manera, perpetuarme, recrearme, ser otros en uno mismo.
En el corazón de la última noche late la respuesta, cuando las luces se apaguen y la oscuridad dé paso a sus jardines "de senderos que se bifurcan".
Ahí estarán ellos y arreciará como nunca el tiempo.

martes, septiembre 18, 2012

SUDESTE

 

Sudestada en Buenos Aires.
Las contaminadas aguas de un río bajo y marrón amenazan las costas, expulsan a sus pobladores, agrisan el paisaje, tiñen de tristeza infinita los infinitamente tristes barrios de la ribera sur, las islas del Delta, la hoy desierta costanera.
Pienso esta tarde en “Sudeste”, en “La balada del álamo Carolina”.
Pienso en Haroldo Conti.
Lo secuestraron hace mucho, cuando la lucha social y política era acribillada cada día con sus noches, cuando la condición de poeta y la de revolucionario parecían indestructibles.
El viento salvaje del sudeste se lleva las hojas de un desencuadernado ejemplar de “Mascaró”, pájaro nunca muerto que levanta mil vuelos y al que trato de capturar para recuperar algo, un par de frases de entre tanta belleza. 

sábado, septiembre 08, 2012

LOS PLANOS PERDIDOS


Dice John Dunne: “Ya es nuestra la eternidad. Y los sueños de cada noche lo corroboran. En ellos confluyen el pasado inmediato y el inmediato porvenir. Al hombre que mañana conoceremos le ponemos un rostro que nos miró anteanoche”.
Dice Schopenhauer: “La vida y los sueños son hojas de un mismo libro. Leerlas en orden es vivir; hojearlas, soñar”.
Para Dunne, en la muerte aprenderemos el manejo feliz de la eternidad. Recobraremos todos los instantes de nuestra vida y los combinaremos como nos plazca. Dios y nuestros amigos y Shakespeare colaborarán con nosotros”.
Citas de Borges.
Y me pregunto si alguna vez recuperaremos en Borges los planos de su aleph, la mirada sin tiempo, los ojos que de un zarpazo nos arrancó el lobo de la especie.

lunes, septiembre 03, 2012

TU CANCIÓN DE ENTONCES


¿Qué está primero, la angustia existencial o el texto poético que la convoca?
Leo, a veces, escritos de adolescentes, de pibes y chicas que adolecen, que cruzan el desierto florido de la pubertad recogiendo los huesos de otras muertes, cadáveres apócrifos, esqueletos de la nada.
Y a menudo la tristeza que contienen se deshace en una risa por cualquier cosa, por aquel payaso, por la incoherencia del sabio, por la cita de amor o por la moral que apesta.
No tengo otra respuesta que silbar tu canción de entonces, tomar tu mano como si aún estuviera a tiempo de no haberte perdido.