martes, diciembre 25, 2012

RESACAS


No está de más preguntarse –con la resaca de alcoholes de la noche llamada buena- qué celebramos en navidad. Los no creyentes, digo: ateos, escépticos, iconoclastas, pragmáticos, blasfemos, poetas y cantores.
Algo celebramos, no nos hagamos los boludos. O anoche nos habríamos acostado temprano y sin beber, y habríamos cerrado los ojos con fuerza, como cuando de pibes nos mandaban a dormir “porque los mayores tenían que hablar de cosas de mayores”, para levantarnos en seguida a espiar por las hendijas de las ventanas y oír detrás de las puertas.
Me pregunto si porque hemos crecido la Navidad ha dejado de ser cosa de mayores. Si porque nos resbala que un tipo de raza aria que nace y muere todos los años convoque a tanta gente con su superproducción hollywoodense, ¿por qué anoche no nos fuimos a dormir temprano? Y si lo hicimos y nos levantamos luego en puntas de pie, ¿qué vimos entre las hendijas de una ventana mal cerrada, qué oímos y alcanzamos a escuchar con alguna claridad de entre los murmullos de los mayores?
Las preguntas de fondo que en plena resaca me hago:
¿Qué se dicen los mayores, los que creen y celebran convencidos de por fin quedarse a solas con sus verdades?
Y si tenemos el mundo que tenemos:
¿qué celebramos?

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