viernes, febrero 28, 2014

AQUELLAS NOCHES EN QUE LLORABAN LOS VIOLINES

Lo nuestro no era disfrazarnos.
De día, empezábamos temprano con el agua. Víctimas, las chicas de nuestra edad, primero, las más grandes hacia el mediodía, las mayores al caer la tarde y los adultos que venían a reforzar el ataque.
La violencia de género era agua, insultos de los de entonces, alguna puteada y la policía que llegaba a restablecer el orden cuando ya Roma había caído en manos de los bárbaros.
Por la noche, murgas y alguna excursión al corso, donde de nuevo el agua, los disfrazados, una esmirriada reina de barrio en su carroza armada con el carro del tío vasco lechero.
De los disfrazados, me acuerdo del Bocha que aprovechaba para vestirse de mujer, de mina sexy –diríamos más tarde-. Y qué linda era el Bocha, que cuando creció fue bancario y padre de tres hijos.
Pero de quien más me acuerdo es de Carmencita, vestida de novia del rey momo, corona de rosas y falda leve, prometiendo que seríamos novios apenas llegara el miércoles de ceniza.

A lo mejor porque el carnaval es una cámara de interrogatorios como las de la policía, con nosotros reinventándonos y un suicida al otro lado del espejo, mirándonos reír, es que prefiero que pasen rápido y si es posible inadvertidos estos “cuatro días locos”, como decía la vieja canción.

sábado, enero 25, 2014

PALABRA POR PALABRA

Morir es, en líneas generales, inevitable.
Los demonios y los dioses pagan precios demasiado altos por exhibirse con jactancia a lo largo de los siglos: la devoción y el odio son eslabones de una cadena que los ata al vacío de un insoportable presente perpetuo.

Me consuela saber que mi muerte se anticipará a tu olvido. Que tus labios rozarán los párpados de mi última noche, aunque insistas en creer que entre vos y yo sólo hubo lo que has escrito en esta carta de despedida que echo al fuego y miro arder, palabra por palabra.

domingo, enero 19, 2014

UNA NOCHE

Que cómo podés amar a la mujer que tantos aman, te dicen. Si para ella no sos nada, uno más, con mucha suerte, lo que es nada.

Y te desesperás por explicarles que eso para vos también es nada, que te importa ella, no lo que de vos le importe sino lo que retenés cuando en ocasiones te mira, cuando por accidente te acaricia, cuando por necesidad de destruirse te besa, cuando te ha dicho te quiero con lágrimas en tus ojos, cuando su risa burlona te supo a canción de cuna, a nana, a jardines encallados en la arena de tu única noche a su lado.

lunes, enero 06, 2014

MARKETING DEL SUICIDIO

Eterna Cadencia ha reeditado las novelas de dos suicidas, Jorge Barón Biza y Salvador Besnedra. Ambos libros fueron aparentemente los únicos escritos por sus autores, que eran periodistas. Barón Biza perteneció a una familia cordobesa marcada por la tragedia, cuya historia personal me fue narrada por alguien allegado a esa familia, aunque tampoco es secreta para quien quiera informarse. Barón trabajó en diversos medios y decidió poner fin a su vida luego de escribir “El desierto y su semilla”. Salvador Besnedra escribió “El traductor”, novela que de ser finalista en el premio Planeta de Argentina, fue a parar a los cargados anaqueles del estudio de Daniel Divinsky, en la consabida “sala de espera” para ser editado. Decisión que Daniel tomó luego de su suicidio, con magro resultado de ventas.
No sé si celebrar la resurrección de ambos escritores por esta editorial porteña, me suena más a marketing que a reivindicación del talento.

Tal vez y una vez más me equivoque, pero algo me cae muy mal en quienes hoy suben al podio de la crítica literaria que mezquinaron o callaron en vida de sus autores.

jueves, diciembre 05, 2013

PATRIA

Mi amigo de la adolescencia, compañero de la secundaria, partisano en la soñada toma por asalto del futuro, se fue un día a pasarse un año becado en los Estados Unidos. Teníamos 16. Recuerdo haber ido a despedirlo a Ezeiza, con otros compañeros, y regresar luego a Buenos Aires con la sensación de haberlo perdido.
Volvió al año, ya formateado para otra sociedad. Terminamos la secundaria y cinco o seis años más tarde, mi amigo partió a Inglaterra con su graduación universitaria.
No fue el único en irse pero hoy lo recuerdo especialmente porque, ante la reiteración de episodios de violencia social y política en Argentina que ingenuamente creí que eran cosa del pasado, pensé en llamarlo a su bucólico pueblo en el Reino Unido en el que vive, ya retirado de su actividad profesional.
Pienso en él y en tantos que se fueron.

Y me pesa este duro exilio al que llaman patria.

domingo, diciembre 01, 2013

No hay otras formas de decir te quiero que las que me enseñaste.
No hay manera alguna de prometer amor eterno que haber estado a tu lado.
No hay amaneceres que comulguen con la última noche parecidos al que nos encontró abrazados.

No hay otros caminos que lleven a ninguna parte capaces de despertar la necesidad de recorrerlos como seguir el rastro y la cadencia de tu andar yéndote de mí, cerrar los ojos y al abrirlos ya no verte.