lunes, enero 06, 2014

MARKETING DEL SUICIDIO

Eterna Cadencia ha reeditado las novelas de dos suicidas, Jorge Barón Biza y Salvador Besnedra. Ambos libros fueron aparentemente los únicos escritos por sus autores, que eran periodistas. Barón Biza perteneció a una familia cordobesa marcada por la tragedia, cuya historia personal me fue narrada por alguien allegado a esa familia, aunque tampoco es secreta para quien quiera informarse. Barón trabajó en diversos medios y decidió poner fin a su vida luego de escribir “El desierto y su semilla”. Salvador Besnedra escribió “El traductor”, novela que de ser finalista en el premio Planeta de Argentina, fue a parar a los cargados anaqueles del estudio de Daniel Divinsky, en la consabida “sala de espera” para ser editado. Decisión que Daniel tomó luego de su suicidio, con magro resultado de ventas.
No sé si celebrar la resurrección de ambos escritores por esta editorial porteña, me suena más a marketing que a reivindicación del talento.

Tal vez y una vez más me equivoque, pero algo me cae muy mal en quienes hoy suben al podio de la crítica literaria que mezquinaron o callaron en vida de sus autores.

jueves, diciembre 05, 2013

PATRIA

Mi amigo de la adolescencia, compañero de la secundaria, partisano en la soñada toma por asalto del futuro, se fue un día a pasarse un año becado en los Estados Unidos. Teníamos 16. Recuerdo haber ido a despedirlo a Ezeiza, con otros compañeros, y regresar luego a Buenos Aires con la sensación de haberlo perdido.
Volvió al año, ya formateado para otra sociedad. Terminamos la secundaria y cinco o seis años más tarde, mi amigo partió a Inglaterra con su graduación universitaria.
No fue el único en irse pero hoy lo recuerdo especialmente porque, ante la reiteración de episodios de violencia social y política en Argentina que ingenuamente creí que eran cosa del pasado, pensé en llamarlo a su bucólico pueblo en el Reino Unido en el que vive, ya retirado de su actividad profesional.
Pienso en él y en tantos que se fueron.

Y me pesa este duro exilio al que llaman patria.

domingo, diciembre 01, 2013

No hay otras formas de decir te quiero que las que me enseñaste.
No hay manera alguna de prometer amor eterno que haber estado a tu lado.
No hay amaneceres que comulguen con la última noche parecidos al que nos encontró abrazados.

No hay otros caminos que lleven a ninguna parte capaces de despertar la necesidad de recorrerlos como seguir el rastro y la cadencia de tu andar yéndote de mí, cerrar los ojos y al abrirlos ya no verte.

miércoles, noviembre 13, 2013

ORO

No es distinta de otras piedras. El hombre la recoge porque le ha llamado la atención la fosforescencia en la noche, un círculo azul en el césped del parque. La apoya en el cuenco de su mano izquierda y al instante la insensibilidad y el peso le revelan que ya es de oro. Espantado, la deja caer pero es tarde: un río de oro corre por sus venas, inunda sus cavidades y se estanca en su cerebro. Ya no ve ni habla ni piensa, sólo sueña.

Se ve internándose en el parque, recogiendo la piedra y en su sueño, que es el último, el hombre refulge como un extraviado sol de los desiertos.

sábado, noviembre 02, 2013

LA PRÓXIMA LLUVIA

La distancia es esta tierra lejana que camino a tientas, estos huesos de arena y las pisadas de aquellos cuerpos descarnados por los vientos.

Pero la distancia es antes esa carta sin respuesta, los llamados en la noche que no respondiste, las fotos de alguna vez hace ya tanto, los poemas inconclusos, la próxima lluvia.

viernes, octubre 04, 2013

DESERCIONES


Nunca supe si llamarlo de verdad amigo, ni él a mí, supongo. La distancia impone esas dudas, los abrazos lejanos, las historias así contadas.
Supe que en lo que creyó el final de una vida tormentosa –separaciones, hijos, militancia revolucionaria-, había vuelto a enamorarse.
Me traicioné, flaco –me dijo entonces- pero vale la pena.
Todo amor vale la pena, la mucha pena con que nos marca su fuego y lo peor, la desprolija deserción y sus cenizas.
Por lo poco que supe porque no la conozco, ella lo manipuló, le hizo creer que era el único, el irrepetible, el que no volvería a cruzarse por su vida. No lo era, cualquiera se da cuenta de que no lo era aunque vos no hayas conocido a mi amigo. Nadie lo es.
Envejeció, para colmo, algo que sólo les sucede a las personas sensibles.

Y acaba de darse un tiro sin dejar carta, después de saludar a sus fantasmas con un buenas noches, despiértenme a las siete, tengo que salir temprano a pagar algunas deudas.