miércoles, abril 25, 2012

JUEGO DE SOMBRAS


Escribir es parte del juego de sombras chinas.
Las manos, quietas frente a la fuente de luz, proyectan lo que alguien que no existe instala sobre la tierra.
Y uno se pregunta cómo, desde la nada, llegan estas imágenes, estos discursos con sus emboscadas y falsos desenlaces.
El tipo que te habla y a cuya voz le das forma, el llanto que te ahoga aunque venga de un concepto, son tan reales como cualquier fantasma en su Canterville natal, como cualquier vampiro en su Transilvania, como el Frankestein recién soñado al que Mary Shelley le acaricia el rostro con clavos y remaches.
Podés escribir o leer lo que otro escribe, o hacer ambas cosas o no hacer nada.
Pero si por una calle de París vas caminando detrás de la Maga y diciéndole que no te mienta más y ella se detiene en una esquina para apenas mirarte y aceptar la flor que le regala Pérsico, ya sos la sombra de otro, las manos que al azar te dibujaron.

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