domingo, julio 17, 2011

YA ESTÁ, YA PERDIMOS


Ya está. Quedamos afuera de la Copa América. Fin de la ilusión. O del espejismo. Y el último domingo de julio acabará otra: la de empardarle a Macri. Después, las “internas abiertas”, un domingo inexplicable e inexplicado. Y hacia octubre. Con la gran prensa en contra, con un electorado crecientemente harto de la confrontación estéril, del divague revolucionarista, del triunfalismo.
No es tarde. No demasiado. A menos que surja otro Fito. O el mismo, después del 31. Por las dudas, compañeros de Página 12, díganle que no, que con una fue suficiente. Y a los templarios de 6,7,8: bájense de los atriles, que Néstor ya no está. Barone, tampoco con nosotros.
La gente no es boluda. Así, en general, digo. Porque la máquina de cortarlos –inventada por Tato Bores- sigue activa. La gente vota, la gente sigue leyendo diarios, mirando canales de cable y a Tinelli. La gente se informa –o se deforma- a piacere. Putean por tanto comicio. Cuando “las urnas estaban bien guardadas” –frase célebre de un ministro genocida-, todos callaban. Miraban a Gómez Fuentes, en el canal oficial, diciendo que estábamos ganando.
Hoy no ganamos, perdimos. En lo que ahora llaman ciudad autónoma, perdimos. Mis amigos cordobeses se hicieron “fitófilos”, por aquello de “me dan asco los porteños”. Si Macri se presentara en Córdoba también ganaría.
Algo pasa, ¿no? Algo anda mal o está “mal comunicado”. Agustín Rossi ataca a Bonfatti en Santa Fe, descalifica la buena gestión de Binner y, con su intemperancia, le da letra al midachi, que se relame y sonríe.
Se está poniendo denso el clima. Es lógico, se juega el poder por otros cuatro años. Un plazo en el que se consolida un rumbo o volvemos a las peores andadas. Pero con bravatas, descalificaciones, indignación sin horizontes, vamos directo a estrellarnos la cabeza contra la realidad.
Fito es un músico impresionante. Del Sel no está entre mis favoritos, pero me hace reír. No me causa tanta gracia cuando crece en las encuestas.
Basta de triunfalismo, plis, de soberbia, de utilizar a la tele pública postergando su excelente programación cultural para darle al bombo transversal. Bajen las revoluciones nacionales y populares, escuchen al otro, al que está de este lado y piensa diferente, al que sufre, al que no tiene trabajo en blanco ni tampoco en negro, al que no accedió a la shocklenderlandia, al que espera y está solo en las multitudes.

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