lunes, mayo 30, 2011

ÚLTIMO TREN


Viajaba cada noche en el tren de las 0.40. Veintitrés años, sentado siempre en el último asiento del último vagón, leyendo el mismo diario en el que ya a esa hora las noticias habían dejado de serlo. Era el último tren de la noche. Si lo perdía, debía esperar hasta las 4.40, cuando salía el primero del día siguiente. Nunca lo perdió, siempre se las ingenió para llegar a tiempo, incluso hoy que acaba de conocer a Larisa y ella le pidió que se quedara, que nada cambiaría demasiado si no viajaba a las 0.40. “Apenas cuatro horas”, susurró Larisa, “y estaremos juntos”. Se besaron y por un momento él perdió la noción del tiempo. Pero algo, una fuerza hasta entonces tan desconocida como la bella Larisa lo separó de ella, lo obligó al beso de mañana tal vez, hoy no.
Debe admitir ahora, mientras viaja en su último asiento del último vagón del último tren de la noche, que Larisa no insistió, lo dejó ir como si sólo hubiera abrazado una ráfaga, un recuerdo, tal vez la brisa de un amor que pareció a punto de recuperar.
No lo hace feliz haberla dejado. Pero está conforme en su tren de siempre, hamacado en el suave vaivén de todas las noches, adormeciéndose en su soledad, sin siquiera darse cuenta de que el tren de las 0.40 ha sido cancelado.

2 comentarios:

  1. Que buen golpe de timón final. Seguirá viajando para siempre en trenes cancelados?

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  2. Excelente relato, buenísimo el final. Me encantó.

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