martes, febrero 23, 2010

101

Hijo robado por militares argentinos se reencuentra con su padre
Francisco Madariaga Quintela, a la izquierda, y su padre Abel Pedro Madariaga, durante una conferencia de prensa en Buenos Aires, el martes 23 de febrero de 2010. Natacha Pisarenko / Foto AP Hijo robado por militares argentinos se reencuentra con su padre Foto Por MICHAEL WARRENThe Associated PressBUENOS AIRES

La búsqueda ha concluido para un hombre cuya esposa embarazada fue secuestrada por fuerzas de seguridad en Argentina hace 32 años.
Abel Pedro Madariaga dice que nunca abandonó la búsqueda de su mujer y su hijo, que nació en un centro de tortura clandestina. El hijo también tenía dudas sobre su verdadera identidad.
Arrebatado a su madre antes de que la mataran, el niño fue criado por una familia militar en la que, según dice, su padre adoptivo abusó de él.
El muchacho finalmente acudió este mes al grupo Abuelas de Plaza de Mayo y se sometió a un examen de ADN. La prueba reveló que su padre era nada menos que Madariaga, el secretario del grupo.
El padre y el hijo -que ahora lleva el nombre de Francisco Madariaga Quintela- todavía no pueden creer su buena fortuna y el hijo dice que es como comenzar una nueva vida.
El ex oficial de inteligencia militar que lo crió, Víctor Alejandro Gallo, fue detenido el pasado viernes por el delito de apropiación ilegal de un menor.
Tembloroso ante las cámaras, apenas días después de reunirse por primera vez, Abel y Francisco Madariaga no pueden dejar de sonreír.
"Nunca dejé de pensar que lo iba a encontrar", afirmó el padre. "Cuando entró por esa puerta esa noche nos reconocimos totalmente y el abrazo en que nos fundimos fue espectacular. Abrazarlo el día que lo encontré fue como llenar un hueco en el alma".
"Por primera vez sabía quién era. Quién soy yo", dijo el joven, todavía maravillado de su nueva identidad.
Las Abuelas de Plaza de Mayo creen que unos 400 niños fueron robados al nacer de mujeres secuestradas y muertas como parte de la "guerra sucia" de la dictadura de 1976-1983 contra disidentes políticos, que dejó hasta 30.000 muertos.
Madariaga y su esposa Silvia Quintela eran miembros del grupo izquierdista Montoneros, a los que los escuadrones de la muerte del gobierno intentaron eliminar. El presenció el secuestro de su esposa y logró huir al exilio para no seguir el mismo destino. Desde entonces, ha abrazado la causa de hallar a los hijos de los desaparecidos.
A su regreso a una Argentina democrática en 1983, pasó a ser secretario del grupo de las Abuelas y primer miembro masculino. Gestionó ante el gobierno la creación de una base de datos de ADN y dedicar recursos judiciales al esfuerzo y desarrolló estrategias para persuadir a los jóvenes con dudas sobre su identidad a someterse a exámenes de ADN.
Mientras tanto, el paradero de su propio hijo seguía siendo un misterio.
Resultó ser que Quintela dio a luz a su hijo Federico mientras estaba presa en uno de los centros de tortura más grandes y notorios, Campo de Mayo, en un suburbio de Buenos Aires. Algunos sobrevivientes dijeron que el bebé le fue arrebatado al día siguiente y ella desapareció poco después.
Un oficial de inteligencia militar, Víctor Alejandro Gallo, llevó el bebé a su casa, donde vivía con su esposa Inés Susana Colombo, con quien tenía dos hijos. El matrimonio no duró mucho, ya que Gallo era muy violento, explica Francisco y aunque la pareja nunca le dijo que no era hijo suyo, siempre se sintió fuera de lugar.
Más adelante, Gallo cumplió una sentencia de 10 años por el asesinato de una familia. Las dudas de Francisco se intensificaron, hasta que su madre adoptiva le confesó la verdad.
Estimulado por amigos, Francisco apeló a las Abuelas, que le hicieron hacerse un examen de sangre. El grupo ha logrado identificar a 100 hijos de desaparecidos. Finalmente padre e hijo se reunieron el viernes.
"Voy a empezar a hacer mi vida", dijo Francisco. "Yo pensé que pertenecía a esa familia... La familia era muy violenta, con situaciones feas. Ahora estoy con una familia gigante, con amor".


2 comentarios:

  1. Querido,
    te contesto aquí a lo que me dices porque no acostumbro a comentar en mi propio lugar:
    Sí, el poder corrompe. La juventud y el romanticismo, pasadas las primeras pajas, se convierten en peligrosos artefactos de sometimiento y soberbia. Imagínate cuando te dan los ochenta con el trajecito de soldado puesto, como a los hermanos Castro.
    Pero en fin, como forman parte de la educación sentimental de la izquierda de aquí, de allá y de everywhere, todo el mundo lo dice en muy bajito.
    Mua.
    C:
    PD. Qué historias las vuetras, de padres, hijos, abuelas, monstruos, langostas, bestias, sangres, muetes y estadios. Qué historias, las vuestras...

    ResponderEliminar
  2. Terribles, las historias de los hijos apropiados. Mucha gente las niega, o las minimiza, se cansa de oírlas, supongo que es humano eso de querer tapar los huesos, o canino, no sé. Por eso es tan importante la tarea de Abuelas, o la de Madres, y las organizaciones que se dedican a recuperar algo de lo perdido.
    La Argentina es género negro, tirando a escatológico.
    Espero que estés escribiendo.
    Beso. Y abrazo al colibrí.

    ResponderEliminar