Un pibe, botija, gurí o chaval, vendiendo diarios en otras calles de otros tiempos
Cuesta irse. Uno dice chau, da dos, tres pasos y ah, pero me olvidaba. Bueno, ahora sí, me voy, ¿pero sabés lo que pasó? Y así, la vida.
Cristina Fallarás es, además de talentosa escritora, periodista. En el paro (desocupada) desde que la rajaron por atreverse a portar niño en panza, tuvo a su beba y al tiempo volvió a las andadas, allá en la lejana Barcelona donde vive. Esta vez se trataba de un diario digital y ella iba de vice-directora. Duró dos meses, creo, la aventura. Y casi todo el mundo a la calle.
Me recuerda, el episodio, a la excentricidad editorial de Perfil, en plena década del ´90, un mega emprendimiento periodístico de Fontevechia. Era de papel -en ese entonces lo virtual estaba en pañales- y en tres o cuatro meses se llevó puestos el esfuerzo y las esperanzas de varios centenares de trabajadores de prensa y de los talleres gráficos -que eran propios.
¿Quién decide estas expediciones por la selva informativa, sobre qué mesas de arena algunos "generales" diseñan sus inalcanzables delirios de predominio mediático para luego desmontarlos en una madrugada?
Perfil volvió a salir, años después y sólo los fines de semana, estimulado por su rol en la batalla que libran codo a codo con Clarín y La Nación contra el "populismo autoritario" de los Kirchner. Lo de codo a codo es un decir, porque Clarín tiene la infantería, la caballería motorizada y el arsenal misilístico completo. Se parece -lo de la actual Perfil y algunos otros medios menores- al "compromiso" de la España de Aznar en las campañas imperiales de los Estados Unidos y la Gran Bretaña. O al de Carlitos Menem, cuando envió dos o tres fragatas para sumarse a la excursión contra Irak.
Los gestores de estos emprendimientos -vuelvo a lo periodístico- se iluminan de pronto creyendo que el poder político y económico los necesita, que las ideas progre avaladas por Washington no tienen suficientes defensores y necesitan sus grupos de tareas -como llamaban aquí a los secuestradores nocturnos de la marina y el ejército.
Claro, nadie que presuma de cierta inteligencia se asume y anuncia que va a bregar por la derecha más rancia. Se acude a eufemismos de distinto tipo porque, en una sociedad insatisfecha como lo es hoy la española, producto de los disparates de lesa humanidad en los que incurrió el mundo financiero internacional -con la complicidad de los pícaros de la cuadra-, toda crítica al elenco gobernante será recibida con aplausos y vítores, y todo intento de explicar lo que sucede será repudiado por un público que ya ha probado sangre y quiere más.
¿Qué pretende una empresa periodística de sus periodistas? Independencia, coraje... y genuflexión. No sé qué buscaban los dueños de Factual, en Barcelona, pero como no daban en el blanco decidieron aligerar la carga, echar por la borda las bolsas de arena y remontar con nuevo impulso hacia cualquier parte.
Todo esto -y ya me iba-, es para expresar mi solidaridad con los trabajadores de Factual. Los buenos periodistas que seguramente integraban su elenco seguirán buscando la verdad. Empresas como la del diario digital catalán seguirán buscando modernas formas de tergiversarla u ocultarla.
Beso y gracias, compañero. Ahora, hacia adelante2, a ver si de esto sale una novela.
ResponderEliminarMua.
Flaco, eso no vale, uno bajando colibrises de tanta angustia y sale La Colo te reta y escribis mejor y mas largo.
ResponderEliminarEs logico los blogs no son pa'los analfaciberneticos.
Chau R. Elcadadiamenos escribidoR.
SALUD CUMPAS!
La Colo es de la raza de los Coli(brises). Quedamos en familia. Aguante el Mondongo.
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