skip to main |
skip to sidebar
CRIATURAS
Si la criatura cosida de apuro y animada con la energía de las tormentas por Víctor Frankestein hubiera sido ungida presidente de la Argentina, respondería en buena parte a las acciones del gobierno de Néstor Kirchner y de su sucesora, Cristina.
Pero sucede que a estas dos criaturas no las pergeñó un médico loco sino un sistema acorralado por las revueltas populares contra una década de capitalismo salvaje. Se les dio el poder y se invitó a que ese poder, apenas legitimado en 2003, creciera a manotazos y derrumbes. Cuando la criatura se sintió fuerte, decidió que había llegado la hora de dar la espalda al médico loco y emprender una aventura existencial hasta entonces inimaginable: la de gobernar una nación fragmentada, destruida por las experiencias liberales y militares, reducida más de una vez a cenizas y renacida de ellas con las heridas y mutilaciones propias de cualquier inmortal.
El remendado y fantochesco monstruo que hoy nos gobierna decidió un día mirarse al espejo y, mientras abusaba de cirugías, siliconas y buenos negocios, favoreció con sus políticas a otros remendados y fantochescos: los trabajadores, los viejos, los humillados de los pueblos indígenas, los pobres y los miserables. Alta traición del monstruo, que hoy paga caro su atrevimiento al ser identificado con otros remendados y fantoches de la América latina: Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez.
Remendados y fantoches, y aquellos a los que el Tribunal Supremo de Occidente perdona las vidas mientras no saquen los pies del plato -Lula Da Silva, Bachelet, Tabaré Vázquez-, lejos de ir cada cual por su lado, se reúnen a menudo en una tribu a la que bautizaron UNASUR. Y allí, créase o no, bajo la vigilancia de las cámaras de la TV, dirimen sus cuitas y diferencias, acuerdan seguir juntos adelante.
Inesperado, insólito, insoportable para el mundo desarrollado, elegante y blanco -excuse me, Obama-: que los monstruos del subdesarrollo pretendan políticas propias, defiendan ciertos valores que Fukuyama había dado por muertos y no se inclinen -no tanto, al menos- ante el imperio y sus sucursales.
¡Qué has hecho, Víctor! ¡Mal rayo te parta!, clama inclemente la prensa de Occidente bajo la luz elegante y blanca de relámpagos de utilería.
Jajaja. Directo al ojo del huracán. Muy bien. Un abrazo.
ResponderEliminarY eso que no está usted viviendo las visitas consecutivas de Chávez y Morales a este reino, je. Qué miedo al indio. Qué risa.
ResponderEliminarLos indios son traidores, montan en pelo, atacan por la espalda y no tocan el clarín ni tienen una linda bandera con barras y estrellas.
ResponderEliminar