Llueve, a veces, y corren recuerdos hacia las alcantarillas. Condenados barquitos de papel manuscrito, palabras que el agua desvanece como a humo de fumadores empedernidos, viciosos de la ausencia.
No son míos. Alguno, tal vez, pero ya no y probablemente nunca, no importa.
Importa que llueva, que el agua siga su curso, que otros vean pasar sus penas sin que ya les duelan y que en alguna calle adolescente todavía me esperes.
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