sábado, enero 05, 2013

SUEÑOS EN EL AIRE


El tipo fue rey mago en su juventud, hace casi cuarenta años: lo eligieron porque era morocho y porque se llama Baltasar. No le gustó la idea: ¡Pero si ese rey era negro!, se defendió. Acá no tenemos negros, gilún, y vos sos lo más negro que hay en el barrio y te llamás Baltasar.
A joderse. Allá fue, a repartir regalos entre el piberío por cuyas casas los reyes pasaban de largo: autitos de plástico, muñecas destartaladas, pelotas de goma, revistas y hasta libros de cuentos que donó la biblioteca popular.
Le gustó, a Baltasar, y repitió su tarea durante las noches de varios eneros.
Un día, algo pasó. Bandos militares, proclamas, toque de queda, allanamientos del ejército. Lo arrancaron de su vivienda, una muy modesta habitación de inquilinato, y se lo llevaron a un sótano. Lo torturaron casi hasta morir. Pero era fuerte, Baltasar, y mago. Sobrevivió, aunque ya sin atributos de rey.
Ahora vuelve al barrio, a pie, sin camello y ve que las puertas de las casas están cerradas bajo siete llaves, los vecinos lo miran con desconfianza, los pibes están encerrados, tan prisioneros como él durante la dictadura.
-¿Por qué te metieron preso los milicos, Baltasar?- le pregunta, en una esquina del barrio, un viejo barrigón que en su carrito a pedal fabrica y vende copos de nieve.
-Por lo mismo que a vos- dice Baltasar: -Por tejer dulces sueños en el aire.

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