viernes, octubre 04, 2013

DESERCIONES


Nunca supe si llamarlo de verdad amigo, ni él a mí, supongo. La distancia impone esas dudas, los abrazos lejanos, las historias así contadas.
Supe que en lo que creyó el final de una vida tormentosa –separaciones, hijos, militancia revolucionaria-, había vuelto a enamorarse.
Me traicioné, flaco –me dijo entonces- pero vale la pena.
Todo amor vale la pena, la mucha pena con que nos marca su fuego y lo peor, la desprolija deserción y sus cenizas.
Por lo poco que supe porque no la conozco, ella lo manipuló, le hizo creer que era el único, el irrepetible, el que no volvería a cruzarse por su vida. No lo era, cualquiera se da cuenta de que no lo era aunque vos no hayas conocido a mi amigo. Nadie lo es.
Envejeció, para colmo, algo que sólo les sucede a las personas sensibles.

Y acaba de darse un tiro sin dejar carta, después de saludar a sus fantasmas con un buenas noches, despiértenme a las siete, tengo que salir temprano a pagar algunas deudas.

martes, septiembre 24, 2013

PERRA HAMBRIENTA


Mi abuela paterna –la única que conocí- se comía la fruta ya mordida, los huesos de pollo o de los bifes de costilla que con mi hermano mayor habíamos descartado.
Parecía una perra hambrienta, mi abuela. Se lo dijimos una vez, riéndonos de ella y mi abuela, que no tenía dientes para comerse lo que se comía, nos miró como si acabara de encontrarnos entre restos de comida y nos dijo:
-Hijos del olvido, nietos de la furia.

Por ella escribo, no por Faulkner ni por Hammett.

ACÁ

-Convengamos en que no soy quien digo ser.
Se ha inclinado apenas hacia mí, en el afán de compartir no sólo su incertidumbre existencial sino ya que estamos su halitosis.
La ruta está desierta en esta zona de montaña, empieza a caer la noche y es probable que ya no nos crucemos con otros vehículos. La gente sensata no viaje de noche por estos caminos.
Detengo el coche y le pido que se baje.
-¿Acá?
-Acá.
Baja. No le doy tiempo a cerrar la puerta, arranco y acelero a fondo. En el retrovisor se recorta su figura, empequeñeciéndose. Se lo traga la siguiente curva.
Años más tarde, en un atardecer de invierno, me llama a mi teléfono fijo.
-¿De dónde sacaste este número? Acabo de mudarme y no recuerdo habérselo dado a nadie.
Corta, sin responder. El identificador de llamadas no lo registra.
Cierro los ojos y veo al auto perderse detrás de la primera curva.
Aunque al abrirlos compruebe que estoy en mi departamento, sé que nadie vendrá a rescatarme.

La gente sensata no viaja de noche. 

jueves, septiembre 12, 2013

BALACERAS


Arranco con un fragmento de la novela que escribo en el que todos deberían estar cagándose a tiros y acaban hablando de Shakespeare y de Hegel.
Creo que me quitaré el chaleco antibalas y pediré que me calcen el de fuerza.

Para algunos -entre los que me cuento- la literatura es un oficio demoníaco.

lunes, agosto 26, 2013

MADRUGADA

Subo a una moto, en el sueño. Acelero por calles desiertas de mi eterna ciudad desconocida: Buenos Aires.
Oscuridad, madrugada –pienso mientras sueño, para no aceptar que el vacío te ha fundado de nuevo, antiquísima barraca de inmigrantes, desolado patio de bailarines canyengues, de duelistas que amenazan acuchillarse el espanto.
En la guardia del hospital me dicen que no fue nada, que van a dormirme un rato, otro sueño dentro del sueño.
El sacerdote en la cumbre de la pirámide levanta sobre mi cuerpo echado sobre el altar de los sacrificios su puñal de diamante.

Para qué abrir los ojos.

A ése que aún anda por ahí.

miércoles, agosto 07, 2013

PERROS

Una soledad desbordada en alucinaciones se parece tanto a la locura.
Me pregunto qué buscamos cuando hurgamos en el abismo de los asesinos, de los maltratadores, de los que dicen amarte y te despedazan.
Qué perros salvajes escapan de sus perreras y se lanzan sobre tu breve historia, te descarnan el pecho hasta hollarte la memoria y esconden, limpios, tus resecos huesos.

Pienso en que habías escrito que era amor.