martes, septiembre 13, 2011

NINGUNEANDO


Lo que no nombrás, no existe. 
Nada nuevo, lo saben las dictaduras cuya primera medida represiva es prohibir mencionar al enemigo. Los golpistas que derribaron a Perón en 1955 prohibieron nombrarlo, la dictadura de 1976 prohibió informar sobre acciones guerrilleras y los combatientes pasaron a ser “delincuentes subversivos”. Todavía hoy, gente que vivió aquella época con entusiasmo habla de “subversivos” cuando se refiere a compañeros masacrados y desaparecidos.
El odio, el despecho, la falta de talento, inducen a imitar esas conductas en el ámbito más doméstico y sórdido de la “competencia” literaria. Esta práctica, en un ámbito de ventas trabadas por la falta de difusión comercial, de promociones artesanales, puede herir de muerte a un libro.

El mundo tal y como lo conocemos podría desarticularse como un castillo de naipes o de arena.
Y sin embargo a muchos de los que insistimos en rearmar esos castillos con algo de belleza, nos cuesta entender que nuestros libros son, a lo sumo, unas pocas entre muchas otras cartas o puñados de esa arena mágica con la que levantamos tozudamente las ciudadelas sitiadas de la literatura.

1 comentario:

  1. Los faraones egipcios, cuando accedian al poder, cambiaban los sellos de las estatuas de sus antecesores por los suyos. Hacer olvidar el pasado (ningunearlo como tu dices) es practica antigua que no se si ograremos erradicar algun día.

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