lunes, agosto 22, 2011

¿Y SI DE VERDAD PUDIÉSEMOS SER LIBRES?


George Orwell, el de "Rebelión en la granja" y "1984"

Da la impresión… todo indica que… el mundo, tal y cual lo conocemos, el mundo en el que nos refugiamos incluso para despreciarlo, se derrumba.
Puede que no, que sobreviva a sus fiebres y sus pestes. Puede que quienes lo dirigen consigan otra vez tomar el mando con pulso firme y ponernos de nuevo en caja y volvamos a estar allí: sumisos, consumistas, cínicos como de costumbre, para que sentados a la mesa de un bar sigamos parloteando sobre las mil y un maneras de cambiar el mundo.
¿Pero qué pasa si…?
Si Obama, la Merkel, los banqueros, los petroleros, los bilgates, los murdochs, los títeres con mandos presidenciales, los jeques y los ayatollas y los papas, qué si se tiran al agua –algunos ya se están zambullendo, aunque con todo el equipo para adaptarse a la nueva Atlántida. ¿Qué, si los adictos al poder se curan de sus adicciones y se convierten al sálvese quién pueda y nos dejan solos, encerrados en el avión sin pilotos, como en las películas yanquis pero sin una puta torre de control con duro Mel Gibson de matar?
¿Estaremos solos, entonces? Y si lo estamos, ¿seremos capaces de? O sin tanta conjetura orwelliana: ¿somos capaces de?
O lo que reclamamos es un cambio de mando, de dueños, de gurúes, de príncipes de las iglesias, de barones de las finanzas, de banqueros generosos, de fabricantes de autos que los pongan más a nuestro alcance, de administradores de la buena vida que por las nuestras, con nuestras fuerzas, con nuestro instinto, no somos capaces de conseguir.
Si de lo que se trata es de que luchamos porque no nos cumplen, no nos dan lo que nos prometieron y si de verdad creemos merecer lo que nos prometen, si clamamos al cielo o al infierno porque el mundo no es tal cual creímos que sería y sólo esperamos a que lleguen los providenciales, los líderes espirituales, políticos, económicos y religiosos que nos den graciosamente todo lo que creemos haber perdido, nos estamos de nuevo equivocando, metiendo la gamba, pifiándola existencialmente y girando en el vacío.
Si es cierto, como parece, como nos amenazan, como tratan de desmentirlo cuando nos corren a palos, a gases, a tiros, cuando nos persiguen y nos sugieren o nos ordenan que nos quedemos en casa, que denunciemos, que seamos guardias honorarios del canalla de turno en el poder, si es cierto que estamos ante una de esas raras ocasiones de la historia humana en que podríamos ser libres pero dejamos pasar la hora, si es cierto pero, por cobardía, les damos otra oportunidad, no nos quejemos mañana de que un Papa que fue SS nos diga cómo comportarnos, de que presidentes débiles (mentales) o fortalecidos sicarios del poder nos ajusten, nos hambreen, nos condenen a la ignorancia, a la marginalidad y, en el punto culminante de una rebelión que se extingue, nos desaparezcan.
Si no sabemos qué hacer con este mundo y sólo nos quejamos como niños caprichosos porque nos quitaron un par de juguetes que “los adultos” consideran peligrosos, volvamos a casa, cerremos con llave, somnífero y apaga la luz.
Si no sabemos ni de verdad queremos y sólo añoramos la tibieza perdida, soñemos con ser libres que mañana, al despertar, seguiremos siendo esclavos.

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