Lo poco que aprendí en este
solitario oficio de escritor, lo mucho que disfruté en la también solitaria
pasión de lector, casi todo se lo debo a autores que hoy nadie recuerda, que
poco se nombraron en su momento, aunque algunos hayan tenido sus días de
gloria.
Sabemos, los que andamos a
tientas en esto, que toda proclama es excesiva, que todo verdor perecerá –copiando
a Mallea, otro olvidado.
La mejor guía es tu deleite,
el mejor oficio lo adquirirás escribiendo, corrigiendo, cerrando una nota en un
diario o una campaña gráfica en una agencia de publicidad, traduciendo
literatura pero también ciencia o interés general, escribiendo como un náufrago
que, ante la certeza de que será tragado por el remolino impiadoso del mar,
reza y escribe sonetos a los dioses y sueña con sirenas y sus melodiosas,
fatales voces.
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