Busco en tu mano las líneas
de mi futuro. Los próximos días, la distancia, el previsible adiós y mi
nostalgia.
-Me hacés cosquillas- decís,
retirándola.
Cuando pretendo recuperarla
encuentro el puño.
Un beso y otro, para volver a
abrirla.
Tu caricia –la de tu mano sin
futuro- abre en mi rostro la cicatriz de la inminente despedida.
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