Olvidame cuando cierres esa
puerta.
No tengas piedad. O mejor, no
la finjas.
Da ese portazo, dispará ese
adiós sobre tu aventura, mi último amor.
Con pretensiones de que acá nos encontremos para opinar, hablar de brolis y de naifas, arreglar el mundo -que falta le hace-, confirmar que somos inmortales.
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