Agradecido a mis compañeras
de mesa.
La excusa –una presentación
de “Segunda vida”, mi novela editada en septiembre de 2011 por Norma- sirvió
para hablar de literatura, en el marco de un encuentro de escritores algo
heterodoxo, como lo son en general los de novela negra.
Claudia Piñeiro y Mercedes
Giuffré, un lujo. Escritoras de raza, laburantes de la palabra escrita,
compañeras en esta apasionante empresa de descubrimientos, en esta búsqueda de
nuevas preguntas, en este rastreo casi detectivesco de los culpables de la
insatisfacción.
Porque en lo que escribimos
no hay punto final aunque acabemos un cuento o una novela. No hay tiro de
gracia aunque parezca que el malo de la historia pagará por sus crímenes.
Tampoco hay tales crímenes, sólo
incógnitas que se resuelven –lo intentamos- abriendo puertas a nuevas historias.
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