Voy a contar una breve historia autorreferencial. A lo mejor te sirve.
En 1995, Daniel Divinsky, Ediciones De la Flor , me dijo: “Vamos a sacar este libro, voy a hablar con (Nomprepropio) y con (Propionombre), te voy a presentar como a un Vargas Llosa argentino”. Vargas no era el mamarracho político que es hoy o por lo menos no lo era públicamente y yo lo admiré siempre como escritor.
Salió el libro.
Edición modesta, como todas las de De la Flor (editor de Quino y de Fontanarrosa, de Rodolfo Walsh, de tantos…), pero con toda la dignidad que tuvo Divinsky en su actividad profesional y en su vida personal –que casi le cuesta la vida en tiempos de nuestra dictadura pronazi.
Excepto la crónica de un amigo que había fundado y dirigía un diario gratis de la tarde, nunca salió en la prensa corneta una puta reseña de ese libro. Nombrepropio y Propionombre se borraron y calcinaron como los invasores que eliminaba David Vincent.
Con el tiempo, me enteré de que tenía lectores, de que gracias a esa novela había ingresado en el estrecho reducto de los escritores “de culto”. O “de oculto”.
A la razón del ocultamiento me llevó años desentrañarla y todavía no puedo creer en la saña con que algunos pocos con poco poder se toman el trabajo de joderte.
Y porque no puedo dejar de hacerlo pero a lo mejor también para joder a los que joden, escribo.
Lo hice siempre y contra todos los vientos.
Los mismos vientos que ahora volverán a soplar -espero que por popa- para que aquella novela con la que Divinsky soñó tener a un émulo del sobrino de la Tía Julia en su catálogo navegue de nuevo.
Los que la botan –ya que no la rebotan- son los amigos de Almuzara, que en reuniones de emergencia consideraron la posibilidad de declarar la quiebra antes de relanzar este libro.
Queda claro que no lo hago por guita. Lo hago porque escribo para que vos me leas. Y para que, si también escribís, no desplaces a nadie para estar arriba, no creas en las luminarias ni en las fotos de portada ni en las tapas duras sino en tu trabajo, el tiempo y los amigos.
Mis tripulantes y su capitán popeye sin espinacas estarían muertos por mano propia si no fuera por Divinsky, por Almuzara, por gente como vos, por las oportunidades que encontré en la generosa España, antes y después de la crisis, una España que tampoco se hundirá aunque la Merkel , Sarkozy, el reputo Fondo Monetario y la dupla Rajoy/Rubalcaba insistan en vaciarla de trabajadores.
No he visto la reedición del libro terminado. Ni tiempo de revisar concienzudamente el pdf tuve, pues andaba yo haciendo amigos por Francia y en Almuzara hubo apuro por echar la nave al mar.
De algo estoy seguro: no va a hundirse. No pudieron con ella los mediocres piratas de acá a la vuelta, patas de palo del río marrón más ancho del mundo que parece pero no es el mar, bribones de chinchorro que temen al horizonte más que a los tiburones.
No es una nave fantasma, aunque sus tripulantes lo sean. Fue bolero antes de que Almodóvar lo pusiera de moda.
Con bésame mucho acaba. Y con el amor tan lejos.
No sé si de culto o de oculto...pero me gusta como escribes. Si con eso bastara...
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